viernes, abril 21, 2006

El dúo calavera

Mi tío y yo formamos un buen equipo, aunque sea un equipo atípico. Él me hace todos los bloqueos y yo intento entrar hasta la cocina. Divertido.

Presentación del último libro de Benjamín Prado en La Casa de América. "Es probable que veas a Almudena, a Luis, a Rioyo y a Joaquín, así que si quieres, llévate los libros y se los das en mano", me dijo, ayer, cuando me anunció que B. nos invitaba a los dos. Era una descortesía. Ir con un libro a la presentación de otro libro, sea cual sea la distancia entre los dos escritores, tiene un punto retador.

Sí podía hacer otras cosas: por ejemplo, palabrería. Y algún efecto visual. Allí entró Hache, con sus impagables carteles promocionales de la presentación, que fueron pasando de mano en mano. Parecíamos vendedores de enciclopedias. Surrealista. La táctica era simple: mi tío se acercaba a Chus Visor, o a su mujer, y hablaba con ellos. Luego me presentaba: "es mi sobrino Guillermo, es escritor".

La palabra "escritor" generalmente les ponía a la defensiva, pero aún así preguntaban: "¿y qué haces, novela o poesía?" Creo que, en la representación múltiple de esta escena -Almudena Grandes, Felipe Benítez Reyes, los citados Visores- nadie preguntó por el relato, y, sin embargo, lógicamente, esa fue siempre la respuesta.

"No deberías ser tan modesto", decía Benjamín con su sonrisa habitual. Soy modesto porque no puedo ser otra cosa, le explicaba a Pancho. Soy modesto porque he escrito un libro muy modesto. Cuando diga "he escrito una maravilla", la gente se lo creerá en seguida. Ese es el acuerdo. Ellos me escuchan. Yo no les miento.

Terriblemente divertido, en cualquier caso, ya quedó dicho: charlar con A. como si nos conociéramos de toda la vida, hacer planes para la Feria del Libro, recopilar direcciones para enviar los libros. Promesas de asistencia consensuadas: "Si estoy en Madrid, seguro que voy". Cierta desconfianza. Sabina ni siquiera vino a la Casa de América y eso que había confirmado su asistencia...

... Sería un espectáculo verle en la Ronería. Al menos, eso sí, tendría caña (o refresco) gratis. Estamos que lo vendemos, señora.