miércoles, junio 14, 2006

La Hora chanante (chanante): Episodio III

Pedro tiene el vídeo ya preparado con las imágenes que ha seleccionado Ernesto Sevilla, y cuando Joaquín Reyes las ve por primera vez, se dedica a comprobar que tengan algo que ver con las indicaciones de por donde debe ir el diálogo que el propio Ernesto le ha escrito en un folio.

Es la misma película en la que un galán se pone a jugar a los dados y se quiere liar con una jamelga y su hermano se cabrea y descubrimos que el dos no rima con nada, sólo que usando otras escenas y el tema de hoy es "gente que hace bromas".

Lo dicho: Joaquín comprueba las indicaciones y se da cuenta, entre risas, de que las indicaciones tienen poco que ver con el vídeo, así que improvisa. Una versión, otra distinta, así hasta seis o siete. Él está metido en una cabina de audio mientras nosotros vemos en una pantalla las imágenes para poder coordinar.

En un momento dado sale y pide un chiste, yo le cuento aquél de "Doctor, doctor, que me quemé... ¿que te queté?" pero le parece muy complejo y se queda con el de "esto son dos que van andando y se cae el de en medio". Todo en Retrospecter está hecho así: de repente aparece un murciano, de repente un viejuno, ahora se habla de John Cage, luego de potorros. Las bromas cambian, las voces van por cualquier otro lado...

Algo parecido a "Smonka" pero a lo bestia. En una hora se han ventilado la grabación, incorporando cada vez las mejores ocurrencias de la anterior prueba. Entre la primera versión y la última apenas hay algo parecido. Si le pidieran a Joaquín que repitiera exactamente lo que ha dicho le resultaría imposible.

Alguien ha traído el periódico. La gente de Alson, en general, es terriblemente amable. Creo que les pasa lo que a otros: no tienen ni idea de quién soy. A Joaquín le pasa algo parecido: se fía, tiene confianza, puede que incluso algo de aprecio -doy tan pocas molestias- pero en realidad no tiene ni idea de dónde he salido.

Siguen grabando: "La odisea del Doctor Alce y el Señor Cabeza".

Es curioso, porque el otro día, después de la entrevista de "Smonka" le pregunté por qué ya no salían ni él ni el Señor Pussy y dio por hecho que eran capítulos cerrados. "Eran de mis favoritos", le dije entonces, algo apesadumbrado. No parece que Joaquín sea uno de esos tipos que se dejan influir fácilmente -su cabeza continuamente dando vueltas a proyectos: MTV Day, El Terrat, colaboraciones en "El País"...- pero el caso es que José María Íñigo ha perdido su peluquín y hay que buscarlo porque al Doctor Alce eso le da "mucha pesambre" y el Señor Cabeza está como loco por empezar su aventura... y el resto se verá en septiembre, creo.

Café rápido en el Mallorca, hablando algo de fútbol, algo de proyectos, ración doble de palmera, hasta que llega Julián López, siempre sonriente -es increíble este tipo- y él sí que va a ver el partido y no lo ve claro, pero es capaz de explicarlo todo a base de tópicos periodísticos -"nos encanta cómo hablan los periodistas deportivos", dicen los dos- y yo reconozco sin que se me note mucho la vergüenza que, en parte, también, soy periodista deportivo. Más confusión.

Queda sólo una cosa por grabar y necesitan a Ignatius Farrey y Carlos Areces así que ahí se plantan: es la historia de un tipo que ha salido el día anterior, se despierta por la tarde y ya le están llamando para salir. Entonces vemos sus órganos hablando y el estómago lo deja claro: "Si sale esta noche también, yo me voy". El cerebro media: "Entiéndelo, está en la edad..." y el colon se manifiesta terriblemente irritable.

Esto son ellos y yo soy un invitado que da las gracias por todo y que no sabe bien cómo asimilarlo. "¿Te sirvió lo del otro día para el reportaje?", me pregunta Julián y yo le aseguro que va a ser un reportaje cojonudo pero que necesito hasta septiembre para reescribirlo y que entonces hablaremos...

Ignatius abre la boca, Areces trae muñequitos de "La guía del autoestopista galáctico" (ninguno de ellos es el Androide Paranoide), Pedro sigue grabando, Julián hace la voz del estómago , Joaquín lo dirige todo como si no fuera nada y yo, con voz muy baja, me limito a decir: "tengo que irme a estudiar".

Y todos se despiden, devuelven la sonrisa y siguen a lo suyo. Porque, no nos engañemos, es lo suyo. Yo me limito a contarlo por entregas.