miércoles, agosto 02, 2006

Buenas intenciones

El término "bienintencionado" se utiliza despectivamente. Es algo que nunca he entendido. Lo que cuenta, sin duda, son las intenciones, no los resultados. Cuando todo confluye, perfecto, tenemos una obra maestra. Muy cerca de eso queda "Tu vida en 65 minutos".

Es una manera como otra cualquiera de empezar este resumen barcelonés: un cine del Paseo de Gracia a las 4 de la tarde, haciendo tiempo para que salga el tren. Barcelona, de 1 a 6 de la tarde, en agosto, es un lugar insoportable, casi tanto como Madrid... pero yo no lo sabía.

Una película que B., mi anfitriona (understatement) durante estos cuatro días, ya ha visto, pero que "no le importa volver a ver". Un comienzo extraño, un actor que oscila entre Daniel Guzmán y Juan Diego Botto y al principio resulta molesto pero luego lo entiendes. Buenos diálogos. Buen manejo de las pausas. Si en algo destaca el cine catalán con respecto al resto es en el manejo de las pausas. Influencia francesa, quizás, pero en ese caso, el alumno ha superado con mucho al profesor.

Un transcurso normal, incluso frívolo a veces, hasta que aparece Tamara Arias y toda la sala se siente en la obligación de enamorarse de ella. Pocas veces un personaje cambia tanto una película. Enamorarse de "Cristina" es enamorarse de "Dani", también, como si fuera imposible separar una cosa de otra, y al final, de lo que se habla es del amor y de la vida y hay momentos de video-clip y momentos, directamente, de anuncio de Balay.

Pero es un anuncio tan bonito.

Pelos de punta, lágrimas a punto de brotar... "Es una película que hace que uno no quiera morirse nunca". ¿Cuántas obras artísticas merecen una frase así? Podría ser mejorable, claro que sí, pero hay que fijarse en el estado del cine español.

Si algo nos puede ofrecer nuestro cine, a diferencia de cualquier otro, es cercanía. Cuando la cercanía cae en arenga se convierte en propaganda, cuando cae en una complicidad burda se convierte en chiste casposo. Quiten la propaganda y los chistes casposos del cine español y quedarán muy pocos directores. La mayoría, siento decirlo, catalanes.

"Tu vida en 65 minutos" quizás no sea una maravillosa película. No es demasiado consistente, por ejemplo, y desvía demasiado la atención. Pero te hace querer salir del cine, en el mejor de los sentidos. Todo eso sin artificios, sin ñoñerías, sin lágrima fácil. Con talento. Con valor. Enhorabuena. Era la mejor película que se podía ver en esa ciudad.

El mérito estaba en hacerla.