viernes, septiembre 15, 2006

Adelantarse

Dado su estado físico, a Oriana Fallaci le quedaban pocas batallas que ganar. La guerra, de hecho, la daba por perdida. El 11-S sirvió para llenarla de rabia y orgullo. Es un título precioso para un libro, mucho más que para un artículo. Algunas de las cosas que se decían eran dudosas, pero alguien tenía que decirlas.

Tres años después, apeló a la razón. El título era confuso, porque uno podría pensar que hablaba de "su" razón o que quería demostrar que ella tenía razón. Puede que hubiera algo de eso, también, pero sobre todo, lo que la Fallaci quería constatar es que había un mundo racional, científico, filosófico, establecido sobre determinados conceptos de igualdad, de legalidad, de libertad... que había sido creado por Occidente y que Occidente tenía que proteger como fuera.

Del otro lado, los bárbaros, con sus prohibiciones, sus fanatismos, su violencia, sus cuellos degollados, sus clítoris amputados, sus bombas, sus castas, sus diferencias económicas y sociales justificadas desde un punto de vista religioso. Algo así como una Edad Media en pleno siglo XXI.

Por supuesto, la apalearon desde todos lados. El número de sus enemigos creció hasta el punto de que no podía decir dónde vivía: si en Florencia o en Nueva York, sus dos grandes ciudades. Quizás porque sabían que iba a morir pronto no pusieron demasiado interés en matarla. Aún así puedo imaginar su miedo a acabar como otra "perra infiel", degollada en medio de la calle, con las gafas de sol aún puestas y algún periódico bajo el brazo.

Puedo imaginarla pidiendo a El Otro que se adelantara. El cáncer es algo externo a uno mismo pero a la vez es uno mismo. La última batalla de Fallaci consistía en morir antes de que la mataran. Poco más quedaba.

Lo consiguió.

No es mi intención defender cada una de las frases de sus libros. Son demasiadas, y además no son mías. No hago propio nada que sea ajeno. Lo único que puedo decir es que fui un lector apasionado, rabioso, orgulloso, racional, indignado a veces y consolado otras. Y que, aunque suene a tópico, la echaré mucho de menos.

La echaremos mucho de menos. Aunque seamos pocos y, más bien, cobardes.