sábado, septiembre 02, 2006

The art of self-deception

Los Silencers fueron un grupo con mucho menos éxito del que se merecían: Nos engañamos y engañamos a los demás, sin saber muy bien qué hace de huevo y de gallina. Mentimos cuando sonreímos, cuando seducimos, cuando decimos "todo bien". Incluso cuando exageramos nuestras penas, nuestros dolores, nuestras preocupaciones.

¿Cómo era la frase de Borges? "Decir siempre la verdad es un ejercicio de vanidad", o algo parecido.

Eso, con los demás. Con nosotros utilizamos tácticas más sutiles: negar la realidad, cerrar los ojos, inventar toda una lógica a partir de premisas interesantes pero falsas. Buscar la verdad que mejor se acomode a nuestra estética. Emocionarse, sí, pero ¿por qué? Como aquel típico relato en el que el chico llora pelando cebollas. Nadie sabe realmente qué se oculta detrás de un ataque de llanto, por eso todo el mundo se tensa tanto e inmediatamente suplica "No llores".

En las lágrimas, probablemente, esté el mayor ejercicio de autoengaño, de ahí que sean tan peligrosas. Si le preguntas a alguien por qué llora, lo normal no es ya que no te diga la verdad, lo normal es que ni siquiera lo sepa.

¿Se puede mentir cuando la realidad se ha auto-deformado tanto que no se sabe diferenciar del propio mundo interior? ¿Es, eso, en rigor, una mentira? You were deceived... oh, but that wasn´t the intention. I was deceived... in a world of my own invention.

May be... that´s self-deception, I don´t know.

Siempre se aprende algo de las canciones que uno no consigue olvidar. Efectivamente, nada es casual.