jueves, septiembre 14, 2006

Duelo de titanes

La famosa entrevista de Iñaki Gabilondo a Mariano Rajoy. Algunas conclusiones: el reino de Rajoy no es de este mundo. Su torpeza en la comunicación televisiva es tremenda, su capacidad de reacción, nula. En un momento dado, tras el enésimo ataque de su contrincante político le llega a dar las "gracias por entenderme". En momentos, su apariencia es patética y en televisión todo es apariencia.

¿El mensaje? Perdido. Por completo. Salvo que alguno de los fieles espectadores de Cuatro sintiera pena por él. Realmente, el espectáculo era penoso, aunque necesario. Decíamos hace unos días que un político cuando habla no puede hablar sólo para los suyos. Ese fue el error de Aznar, negar la comunicación con los millones de lectores-oyentes-espectadores del grupo PRISA.

Con toda su torpeza, hay que reconocer que Rajoy estaba vendido. No se enfrentaba a un rival político, se enfrentaba a "la opinión pública", encarnada en uno de sus grandes mitos. Y se enfrentaba en su casa. Un aspirante a presidente del Gobierno no puede atacar sin más a un periodista, sabe que no puede hacerlo. Un periodista sí puede atacar a un aspirante a presidente del Gobierno, incluso al resto de los periodistas. Las reglas de juego no son las mismas.

Estamos de acuerdo en que, si el PP quiere tener alguna opción en 2008, debe salir de la madriguera, pero debe salir más preparado.

Gabilondo le puso contra las cuerdas utilizando el doble juego del medio y el contexto, pero no le debería de haber sido tan fácil si no fuera por el caos total que es en este momento el Partido Popular y por las miles de voces que suenan por todos lados callando por completo la de su líder. Toda la entrevista giró en torno a ese punto y Rajoy no supo defenderse. Simplemente, no supo.

En cualquier caso, convendría que nos replanteáramos también la cuestión del periodista. Rajoy demostró ser un tipo torpe y lento, Gabilondo demostró ser un valiente. Claro que sí. Ya lo demostró entrevistando a González en su momento. Exactamente lo mismo. Es la clase de valiente listo que le distingue de un valiente más tonto o más torpe como Rubianes, y es que los periodistas, como decíamos de los actores, para seguir viviendo bien y ser reconocidos, les basta con que ese reconocimiento venga de su minoría o "clac".

Creo que he dicho aquí muchas veces cuánto detesto a Jiménez Losantos. Hay algo más inmoral que convertirse en juez y parte, sin embargo. Convertirse en juez y parte corrupto. Federico es un hombre enfrentado a continuos molinos, completamente desquiciado. Iñaki se limita a ordenar la Iglesia. Bendecir a los santos y crucificar a los herejes. Lo dicho, todo un valiente, sí señor.