viernes, septiembre 01, 2006

Una sensibilidad caprichosa

Es difícil explicarlo. Cuento con que más difícil será entenderlo. Son demasiados partidos de baloncesto vistos, jugados, entrenados, analizados... y luego un triple que va mal tirado desde una esquina, un rebote que sale largo y un equipo que gana 75-74 y se mete en la final.

Que llorera más tonta, no me puedo ni imaginar qué pasaría si ganáramos el domingo.

Como a todos, me preocupa el tobillo de Pau. Creo que España puede ganarle a Grecia sin Gasol.. si no fuera porque todo el equipo actual gira en torno a Gasol y es complicado cambiar una tendencia así en dos días. El problema no es la lesión, sino el momento en el que se produce.

Hace cuatro años pasó algo muy similar. Argentina ganó con apuros su semifinal pero perdió a cambio a Ginobili, su mejor jugador con diferencia. Por entonces, casi su único jugador. Esguince de tobillo. Era una oportunidad única para un equipo alejado de los podios durante casi 50 años y el escolta no dudó en participar, cojo.

Fue un desastre. Los argentinos controlaron el partido sin demasiados problemas hasta que Manu salió a jugar un rato, renqueante. Como la dinámica anterior a la lesión era darle la bola, se la siguieron pasando. Manu no podía, falló tiros, perdió balones... Yugoslavia se acercó en el marcador, acabó empatando y se llevó la prórroga.

El análisis simplista de aquella final fue que los árbitros habían robado a los sudamericanos. Lo cierto es que nadie pudo parar entonces a Bodiroga y que Ginobili quiso un protagonismo que no le correspondía.

Esperemos que Gasol (Pau) sepa mantenerse en un segundo plano si su pie realmente no da para más. Esperemos, también, que los demás tengan el orgullo y la rabia que demostró Argentina en aquella final de Indianapolis.

Y que los futboleros se den cuenta, de una vez.