miércoles, mayo 16, 2007

Bryan Ferry y la estética nazi


Creo que la barbarie nazi, desde 1933 a 1945, no tiene parangón en la historia contemporánea de Occidente. Se trata de la mayor deshumanización y crueldad que se puede imaginar. La quiebra de todo sentimiento moral y humano.

Creo, además, que la continua comparación de cada acto reprobable con los de los nazis y la utilización de la palabra "genocidio" de manera arbitraria son graves errores injustificados. Nada se puede igualar a la línea Nüremberg-Auschwitz y el silencio cómplice de prácticamente toda Europa. Por no hablar del entusiasmo del mundo árabe.

Pero también creo que la estética nazi es poderosa y atractiva. Si hay alguien que cree que ética y estética son indisociables podemos discutir sobre el tema porque es muy complejo. Pero desde luego que, igual que hubo un Eisenstein detrás de Stalin hubo una Riefenstahl detrás de Hitler y en dos casos hablamos de grandes cineastas, de creadores de símbolos, imágenes, picados, planos imposibles en el que los ideales de una raza nueva, un pueblo nuevo, una clase nueva se imponían a todos los demás.

El mensaje era perverso, atroz, pero el significante...

La estética nazi, igual que la soviética eran poderosas. Incluso Steven Spielberg la rescata en "En busca del arca perdida" y no creo que Spielberg sea sospechoso de nazismo, precisamente.

Por eso, me extraña que hayan "linchado" a Bryan Ferry por decir algo muy parecido a lo que yo estoy diciendo aquí. Mucho más me extraña que le consideren un fascista por ello.

"Dios mío, los nazis sabían cómo presentarse a sí mismos", comentó Ferry. "Las películas de Leni Riefenstahl, los edificios de Albert Speer (primer arquitecto de Hitler), los desfiles masivos y las banderas... Impresionante. Realmente bonito". Pues me parece que tiene razón, lo siento. No es un juicio histórico, no es un juicio moral. Es un juicio estético. Ojalá nunca hubiera pasado, ojalá nunca vuelva a pasar. Asimilarlo como algo arcaico, una reliquia de la historia del arte, es un buen camino para restarle posibilidad de realidad.