domingo, mayo 06, 2007

Festival Contraplano de Segovia

A última hora me decido por el tren. Hay varias razones pero casi todas tienen que ver con la incertidumbre que me produce La Sepulvedana: no sé a qué hora salen sus autobuses, no sé de dónde salen, no sé dónde me dejan. El Cercanías me obliga a hacer media hora más de viaje pero al menos sólo tengo que ir a Nuevos Ministerios, quince minutos desde mi casa.

Después de un par de días de charlas con Guillermo acordamos que coja un taxi para llegar al centro... sólo que en la estación no hay taxis. Sólo uno, pero se me adelantan. Hace frío. Espero quince minutos pero por ahí no aparece nadie así que me pongo a andar hacia el centro de la ciudad. Pregunto por la plaza mayor y la gente se escandaliza: ¿vas a ir ahí andando? Pues sí, esa es mi intención.

De repente, cae una granizada brutal, una especie de tormenta de verano en plena primavera, una cortina de agua que hace que me tenga que ir protegiendo bajo soportales mientras sigo avanzando hacia el Acueducto. Hablo con Laura, creo, me da indicaciones, sigo caminando, mojándome cada vez menos hasta que llego a la Oficina de Información y Turismo: allí me recoge y nos vamos juntos hacia el Hostal Fornos y el Hostal Plaza, los dos seleccionados por la organización.

A mí me toca el segundo.

Ración de chorizo a la olla y pincho de tortilla ante la duda de si habrá cena luego. Entrega de premios con Borja Cobeaga y David Pinillos. Borja sigue "indignado" por el post en el que convertía a Arturo (guionista de "Equipajes") en Carlos Saura. No quiero imaginar cuando le atribuyan un romance con Lindsay Lohan. Nos hacemos fotos -me siento terriblemente usurpador- y salimos a recoger nuestros premios, es decir, sus premios y el de Daniel Martínez Lara, que salgo a recogerlo yo en nombre de la distribuidora.

Es un premio que pesa una barbaridad y que José Luis me ayuda a colocar en una caja mientras David y yo nos dedicamos a hablar de nuestro futuro creativo y de Xenia Tostado, porque todos tenemos debilidades. Paso por el hostal, dejo la caja, me cambio de jersey y tiramos para el restaurante...

"Te voy a colocar cerca de los cortometrajistas", dice José Luis, y es que, efectivamente, en mi acreditación pone "Bret. Cortometrajistas". Sin embargo, no hay suficiente sitio ni hambre y me pongo a hablar con los chicos que han ganado el premio al mejor spot hecho por estudiantes. Con ellos y su profesor. Están exultantes y no paran de hablar, sobre todo Javi. A su lado, el hijo de Emiliano -Medina del Campo- adopta un papel más sobrio.

Caen botellas de vino que desprecio a base de agua -en la habitación del hostal había una botella de whisky DYC ocho años-, caen todo tipo de quesos que prefiero ni tocar, caen varias ovaciones y aplausos y mucho cansancio de varios días movidos. O el puente acababa conmigo o yo acababa con el puente y creo que ha sucedido lo primero.

Me arrastro hacia la sala donde está la fiesta. Hablo otra vez con David y su chica, busco un coche para el día siguiente para no tener que pasear el premio de una punta a otra de Segovia y luego de Madrid, me tomo una copa invitación de los organizadores -una gente que sabe cuidar a sus invitados, sin duda-, hago como que bailo un rato pero acabo con un kleenex garabateado en el que aparece el camino de vuelta al hostal.

Y vuelvo, claro. Pese a que el camino esté cuesta arriba.