domingo, mayo 27, 2007

Votar mola

Es precioso leer sobre Stalin y esa misma semana poder ir a votar. Le hace sentir a uno tremendamente feliz. Por supuesto, no todos estamos de acuerdo en todo. Por supuesto, el sistema es perfectible. Pero la sensación de que estás decidiendo en parte, de que tu opinión cuenta, aunque sea una vez cada cuatro años, es una sensación inmensa. Todos nos ponemos de acuerdo en el desacuerdo, en manifestar el desacuerdo al menos.

E insisto que cuando uno lee sobre totalitarismo estas cosas las valora en su justa medida.

Por lo demás, una mañana tranquila en Madrid. El gratuito que tituló "El 27-M nos mojaremos" se cubrió de gloria. Sol espléndido y familias con niños ocupando las terrazas desde las once de la mañana. Bonito día, el domingo, así, en general. El colegio electoral lleno de señoras mayores -esto es Chamartín- y representantes demasiado obvios: el del PSOE con una camiseta roja, el del PP con camisa, gomina y jersey azul echado a los hombros.

Como sacado de una película de Hombres G.

El empeño de los partidos en convertirse en caricaturas, en llevar la caricatura al extremo es desolador, pero, con todo, uno puede volver a casa y tener la sensación de que no es el día de los partidos, que es nuestro día, que incluso podemos prescindir de ellos y presentar la papeleta anaranjada sin nada dentro.

Porque yo lo valgo.