miércoles, agosto 22, 2007

La ira contra Gallardón


Antonio Martín, el director de Elsemanaldigital.com, tenía una acertada teoría sobre los partidos políticos: a los votantes del PSOE puede no importarles que su partido tenga un discurso distinto para cada comunidad, que Bono desacredite a Maragall, que Ibarra se pelee con Olorza, que Chivite no pueda con Puras... No es que les guste, pero pueden pasar por ello. Al fin y al cabo, el voto del PSOE es tan a favor del PSOE como contra la derecha.

Sin embargo, el votante del PP no acepta ese tipo de peleas internas e incoherencias programáticas. Prefiere un solo discurso, aunque sea equivocado, que distintas tendencias internas. Y yo añado: al periodista del PP le pasa lo mismo. Si en el grupo PRISA estarían como locos justificando cualquier salida de tiesto, toda la prensa de centro-derecha se ha lanzado al cuello de Gallardón por decir que quiere ser el número dos de Rajoy en las elecciones.

Quizás sea una aspiración desmedida, pero no me parece uno de los principales problemas de su partido. Lo peor que puede pasarle es que no lo consiga. Lo peor que puede pasarle a los demás es que sí lo consiga. Y eso es todo. En cualquier caso, se verá dentro de unos meses como pronto.

Lo que duele es lo de "centrar el partido" porque es meter el dedo en la herida. Una herida que supura, porque el partido cae mal, da la sensación de radical, no tiene ni idea de cómo explicar sus proyectos y puede olvidarse del voto indeciso. Todo su voto, como explicábamos al principio, es un voto convencido y fiel pase lo que pase.

El problema es hacer una alternativa para los que crean que España no se rompe, que no vamos a la guerra civil, que Zapatero no es un embustero, que sus ministros no son los jinetes del apocalipsis y que gobernar implica errores -muchos errores en algunos casos- pero no hace falta estar gritando todo el rato para darnos cuenta. Y, sobre todo, que los gritos tapan cualquier tipo de alternativa.

Si la hay.