sábado, diciembre 22, 2007

El Tíovivo

A las 20,30 Julia y yo ya estamos en Libertad, 8. Julia con un aire cansado, de profesora que acaba de suspender a media clase. De chica que no hace concesiones. Una chica tauro con todas sus consecuencias. Saludamos a Marwan y a Luis Ramiro y nos vamos hacia nuestra mesa. El sitio ya está lleno y queda una hora y media para que empiece el concierto. Una pareja se besa continuamente justo delante de nosotros.

- Yo nunca he querido así -le digo, y es verdad.

Poco a poco, la mesa se va llenando. De invitados y no invitados, imposible controlar la marea de gente. Pequeñas discusiones y separaciones forzosas. Charlas sobre signos del zodíaco que se cortan cuando se apagan las luces y Luis empieza a cantar.

Me gustaría hablar del concierto de Luis, pero ya lo he hecho en muchas otras ocasiones y en cualquier caso no le voy a ganar ni un solo fan nuevo con mis elogios, de todos modos no cabría en la sala... así que lo dejamos en el Tíovivo, todos de pie y cantando, el cansancio de Julia multiplicado por cuatro horas sentada en el mismo sitio excepto por un par de visitas al baño. El recuerdo de la última vez que pisé el escenario de Galileo. La pareja que sigue besándose, como si nada.

Julia se va a casa. Es normal. Algunos no lo saben y quizás yo no lo debería contar aquí, pero Julia (Emite Poqito) va a ser la gran revelación de 2008 en el circuito musical. Y ella todavía no lo sabe, como la mayoría de ustedes, pero yo sí lo sé. Me tomo un bocadillo con Isa, que ha llegado tarde, pero tenía un excelente sitio reservado, cortesía mía y de Marwan. Volvemos, hablamos de Ray Loriga con una chica absolutamente encantadora que llena los vasos largos de Espidifrén, reducimos a un ladrón (o vemos cómo lo reducen, más bien) y cogemos de nuevo las cosas para irnos al Costello.

Sólo que en el Costello hay cola, y para entonces ya hemos perdido a Marwan y ahí estamos el cantautor, el escritor y cinco amigos entrando en la Sala El Sol a una hora de la noche que hace que aún esté vacía y compartiendo cervezas y hablando sobre mamuts y dejando titulares para la prensa rosa. "Perdona, pero mi amigo llevaba 4000 años congelado y lo han descongelado hoy", le dice Luis a Marina López Pérez. Nos reímos mucho. Los chavales estamos dándolo todo y pidiendo más bien poco: un móvil y luego un email.

Sólo que el email no se graba y se queda en la nada, y, sin saberlo aún, recogemos la guitarra, el jersey, los abrigos, acompañamos a Ana y a Marta (amigas de Marina) a Cibeles y ahí cada mochuelo se va a su olivo. Sin Sirenas ni KO Boys, pero con una gran sonrisa en la boca.