Yo no digo que haya que bajar la guardia. Todo lo contrario. Entro cada mañana en la ducha con cierto estremecimiento. Lo único que digo es que cada vez queda menos: un día y tres cuartos, eso es todo. Y que, entonces, 2007 habrá acabado y lo acabo de escribir en un email y me ha gustado: "supongo que en eso reside el encanto de 2008, que nadie sabe cómo va a empezar, ni a seguir ni a terminar, pero en ningún caso será peor que 2007".
El resto del email es top secret, pero está relacionado.
Así que, en vez de recordar lo pasado en 2007 -eso lo haré en otro lado, probablemente mañana, Justin Case- vamos a concentrarnos y pedir a los brujos africanos que 2008 siga teniendo ese punto salvador, imprevisto, de nudo en el estómago ante lo que no se sabe qué cara tiene. Incertidumbre.
Porque la incertidumbre es una forma de esperanza, claro que sí.
Eso sí, antes, por favor, cuídense estos dos días. Cuídense ustedes y cuiden a los suyos. Ya hemos tenido más que suficiente.
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