domingo, abril 13, 2008

Medina del Campo (II: Descubriendo súcubos)

Queremos ir a las charlas del Balneario, así que nos levantamos “pronto”. Digamos que al poco de acostarnos. En la cafetería están Toni, Noe y Ceci. Al poco, viene Antonio. También están los chicos de ayer, desayunando en otra mesa. Las mañanas de este tipo son difíciles, porque la complicidad del alcohol ha desaparecido y todos volvemos a ser los desconocidos de antes. Yo, al menos, vuelvo a ser el desconocido de antes. Ninguno sabe qué hago ahí ni quién soy.

Aparento naturalidad, pregunto por la noche anterior a Fran, le pido una tarjeta a Ángela porque siempre hay que tener el contacto de la gente con talento, le paso el periódico a Álvaro y soy terriblemente torpe al comentar la confusión en la foto, simplemente porque no sé quién es Alba Alonso. No me sé su nombre, vaya. Al redactor le pasó al revés, que sabía su nombre pero no sabía quién era, así que le sacó la foto a Xenia Tostado.

Llegan Mar y Roberto, nos despedimos y vamos al Balneario. Hablamos de la producción de largos y cortos. Hablan Mar, Pablo Malo y Jordi Costa. Jordi comenta de pasada algo de la distribución pero el tema no se retoma. Me parece sorprendente. La distribución ES el tema. Si un productor no arriesga, muchas veces, es porque su película no la van a echar en los cines, y al fin y al cabo el autor, ¿qué quiere? ¿hacer una película o que la gente la vea?

En la música y en la literatura pasa lo mismo. Claro que hay discográficas y editoriales que apuestan por lo alternativo –véase mi caso- pero, ¿dónde encuentras los libros y los discos cuando los quieres comprar? No existen. Lo mismo pasa con las películas. Es difícil pedirle a un productor que gaste millones de euros en un proyecto sin distribución, o con una distribución limitadísima.

No sólo es difícil, es injusto.

Hace un calor horroroso. Pido el turno e intento explicar esto mismo, pero más brevemente. Tan brevemente que no consigo explicarlo bien, o al menos no consigo que el debate vaya por ahí, sea porque no interesa, porque los demás también tienen demasiado calor y también han dormido demasiado poco o porque han empezado a poner los canapés del cóctel.

Volvemos a Medina, duermo una siesta que no merece ni ese nombre, y nos vamos a ver cortos. A eso hemos venido, a ver cortos, claro. Sin embargo, la cosa no funciona. El pase de las 5 es decepcionante, especialmente, y siento horrores decirlo por cuestiones de amistad, “Limoncello”. Me gusta “La Clase” porque no se complica, me gusta “Viaje a Bangkok” porque la fotografía es acojonante –aunque el final…-, no entiendo el interés de “Cuando caen los ídolos” y eso que habla de fútbol y no me disgusta “Niños que nunca existieron”. Al menos, está currado.

El segundo capítulo de “Test” me parece que vale por todo el corto, lo que me lleva a plantearme por qué demonios no plantearon todo el corto alrededor de ese capítulo…

Acaba la sesión, llamo a Marián, viene, algo menos ojerosa que por la mañana. Charlamos con María Valverde y nos sentamos al lado suyo para ver la sesión de las ocho. María mantiene siempre un punto distante en lo físico, pero no en lo emocional. Me intento explicar: no sale de fiesta por las noches, no habla demasiado con la gente, le gusta sentarse sola en el cine, con cierta impresión de chica desvalida. Sin embargo, hablas con ella y es un encanto e incluso te deja que comas de sus palomitas.

Estamos esperando a que llegue “Alumbramiento” de Edu Chapero-Jackson y cuando llega Marián y yo nos echamos a llorar como niños. Yo sé por qué: sé que es por mi abuela y sé que es porque la muerte es eso, tal y como la cuenta Edu. Es sufrimiento y es angustia y a la vez es un sobreponerse continuo: del muerto y de sus familiares. Estamos ante una obra de arte, desde luego, y si no se lleva el premio final será una gran sorpresa. Que nadie se preocupe: María, miembro del Jurado, no soltó ni “mu”.

Del resto: “Héroes” está bien. Un poco largo, pero bien. “Acción-reacción” tiene su punto. Se confirma que Macarena Gómez es un súcubo. Ya ven, casi 31 años sin saber qué es un súcubo y ahora no dejo de reconocerlos en todos lados. Busquen en Google, si quieren. “Mofetas” no cae en blandenguerías y eso me gusta porque yo detesto las blandenguerías.

Así que, bueno, acaba la sesión, nos preguntamos qué tal, como se debe hacer siempre que se sale de un cine, Marián y María se van con los demás del Jurado en coche a debatir y cenar y ya probablemente dormir en el hotel y yo me voy con los “míos”, con los Lolitos y las entrañables chicas de Nanouk Films. El Rácing gana y el Barcelona empata.

La noche se hace más corta porque el frío y el sueño pueden con todo. Lo que no quita para que pongan Deluxe y yo le cante a Noelia, “Que no” mientras ella pone cara de no saber lo que le estoy diciendo.