miércoles, septiembre 24, 2008

Camino


Javier Fesser es un hombre con un talento descomunal. Un hombre destinado a filmar algunas de las mejores películas europeas en los próximos años. Su dominio del lenguaje cinematográfico, unido a un genial sentido del ritmo y del humor, pueden llevarle a lo más alto. Técnicamente, ya lo está.

"Camino" es la obra que más se ha parecido a una maravilla de las que he visto en el Festival. Emiliano decía a la salida que era "una obra maestra". Eso llegará, ya digo; aquí, de momento, da en el poste.

Hay muchas cosas buenas que contar de "Camino" pero empecemos con la mala: ese cartel de "inspirado en hechos reales". Buffff... detestable comienzo. Es como si me pidiera que le creyera lo que me va a contar no ya porque resulte creíble en sí mismo sino porque le pasó a alguien alguna vez. Eso no es cine, es telefilme. De hecho, es el inicio de una trampa enorme, una trampa que sobrevuela toda la película y que probablemente la aleje de la perfección.

Veamos, "Camino" es el nombre de la niña protagonista, una feliz pre-adolescente que está conociendo sus primeros amores y que vive en un entorno ultrarreligioso, bajo la protección obsesiva de su madre. Eso podría resultar dramático y sufriente, pero no lo es. Recuerda un poco a "Mi hijo", la película francesa que ganó hace dos años. No lo es porque Fesser lo cuenta con total naturalidad: la familia es así, incluso la hija es feliz así, rezando a la Virgen, a los santos, yendo a un colegio del Opus, admirando a su hermana, "captada" por La Obra para servir en Pamplona...

Camino se enamora de Jesús, un chico que conoce en un taller de teatro al que su madre le prohibe ir. Todo esto, ya digo, sin estridencias. A lo Fesser. El propio descubrimiento de la chica, Nerea Camacho, ya es un acierto del director. ¡Qué maravilla de actuación! ¡Qué expresividad, qué recursos...! Es la protagonista de un cuento de hadas y resulta completamente creíble. Nada de niña de mirada pura, bla, bla, bla... Estamos ante una pedazo de actriz tenga la edad que tenga.

El conocimiento del chico coincide con el descubrimiento de una enfermedad: cáncer de médula. Extendido. La religión se mezcla con el fanatismo del Opus, con su afán de notoriedad y con el amor que la niña siente hacia Jesús, su Jesús. La familia se ve sumergida en una situación totalmente absurda, aún más absurda de lo normal en una familia así: la madre y todos sus asistentes del Opus se empeñan en ver el sufrimiento y la agonía de una niña de 11 años como una bendición del Señor, que la quiere tener a su lado.

Mientras, por supuesto, la familia les paga el hospital en Navarra, la hermana mayor está esclavizada en una casa-seminario y la niña pasa a convertirse en un icono de la fe, la resistencia, el sacrificio, el amor a Dios... y todas esas cosas tan cristianas que no inventó el Opus, desde luego, pero que ha sabido aprovechar muy bien.

La historia tiene dos variantes, por tanto: el fanatismo religioso que impide el verdadero sentimiento humano. Eso ya estaba en Nietzsche. El empeño en matar al hombre, en no vivir esta vida en nombre de algo más puro, más alto, más perfecto... Fesser llena la película de símbolos, comparaciones y pistas sorprendentemente eficaces. Es muy complicado no equivocarse y él no se equivoca nunca. Asombroso.

Eso, por un lado. Por el otro está ese fanatismo como medio de aprovechamiento de una familia de clase media-baja de Madrid. La utilización constante de la fe y la abnegación en provecho propio. Esta crítica al Opus Dei es mucho más efectiva que la del Código Da Vinci por ejemplo, porque esta crítica sabemos que es verdad. Todos conocemos a alguien que... Sabemos quiénes son y lo que quieren. Y no es precisamente el Santo Grial.

Pero, con todo, hay algo que no me gusta, y de este modo la crítica, igual que la película acaba como empieza: esa dedicatoria a la niña de la realidad en la que el filme "se ha basado". Eso es trampa. La historia es verosímil por sí misma. No vale decir: "es más verosímil, porque además es verdad". La verdad no interesa en la creación. Al revés, la merma. Porque una verdad dramatizada es lo más cercano a la mentira.

Así que uno sale del cine sabiendo que ha pasado en algún sitio con alguna chica y alguna familia parecido a lo que ha visto en la pantalla y no puede evitar preguntarse: ¿hasta dónde lo has maleado para que encaje? ¿qué partes son verdad y qué partes no? Porque en una ficción, todo lo que esté justificado dentro del Universo creado es verdadero y punto. Pero jugar con la realidad, jugar a "indignaos más, que esto ha pasado de verdad", me crea dudas que me llevan más allá de la pantalla. Y no me gusta que el cine salga de la pantalla, o no me gusta, al menos, que se justifique fuera de la pantalla.

Para aquellos que hayan visto la película y tengan curiosidad por saber quién es la niña les presento este enlace, no parece especialmente "neutral", pero no he encontrado nada más neutral que la Wikipedia, lo otro era esto. Los que no la han visto, háganlo. Les compensará. Les sobrarán unos 20 minutos -eso es todo lo que separa a Fesser de la genialidad y no me parece mucho- pero les compensará.

P.D. Por cierto, buscando en Internet, y para aquellos que hayan visto la peli, o les interese aun comiéndose algún spoiler, he encontrado esta crítica de alguien que es del Opus Dei y no parece muy fanático. Creo que es bueno dar puntos de vista distintos. A mí me ha interesado, desde luego, y me parece que en algunos casos -la excesiva maldad de algunos personajes y la repetición constante de esa maldad- tiene bastante razón.