miércoles, septiembre 17, 2008

El camino

En el tren. Ventajas de tener un módem Vodafone. Recién pasado Villalba de Guadarrama, estación que fue anunciada por el altavoz como "Donostia-San Sebastián", con la sensación común en todo el vagón de "joder, qué corto se me ha hecho". Quedan por delante, si no me equivoco, Segovia, Ávila, Medina del Campo, Valladolid, Aranda de Duero, Burgos, Miranda de Ebro, Vitoria, Alsasua, Zumárraga y al menos un par de estaciones más de las que no me acuerdo (también es probable que me haya inventado alguna de las anteriores).

Hasta hace relativamente poco, no estaba claro que fuera a estar aquí en este momento. Los semáforos no hacían más que ponerse en rojo. Sin embargo, llegué, pagué y me senté en un asiento dentro de un vagón semi-vacío. Nada que ver con el verano, ni en población ni en precio.

Voy con antelación porque no quiero problemas. Quiero recoger mi acreditación, mis papeles, mi bolsa, mi llave del casillero... y poder ir a la inauguración de mañana a las 11 en el Kursaal. Puede que incluso me pase por el Monte Igeldo y vaya buscándome de vagón en vagón del funicular.

San Sebastián, una vez más. La extraña sensación de que voy buscando algo que no es exactamente cine o, todo lo contrario, que es cine en estado puro, pero no necesariamente una programación de festival. No sé si me explico. La chica que se balanceaba en el parque del Ayuntamiento, entre la niebla, con su abrigo, sonriendo mientras detrás de mí estallaban las olas. ¿Eso qué es?

Buscamos estrellas en la oscuridad y la mayoría de las veces sólo encontramos pingüinos.

En el libro del viaje -la otra vez no hacía falta libro, la otra vez ahora mismo lo es todo- viene una frase de Hemingway: "El primer borrador de todo es una mierda". Hemingway es uno de esos tipos que te hacen sentir bien de la manera más insospechada. Probablemente no sepa que llevo cuatro años intentando plagiarle uno de sus relatos.