sábado, enero 31, 2009

El punto de inflexión de Emite Poqito


Sé de primera mano que Julia tiene amigos, pero dudo que tenga 200. Y aunque tuviera 200, es complicado pensar que todos se pusieran de acuerdo para ir ayer al concierto de Clamores, así que hay que suponer que si la sala estaba prácticamente llena es porque Emite Poqito, después de unos años de continua pero tranquila lucha, ha conseguido consolidarse.

El grupo -ahora es un grupo, con su bajista, su batería, su percusionista y su guitarrista, aparte de la cantante/teclista- presentaba en Madrid su primera maqueta, producida por Pancho Varona, Antonio García de Diego y José Antonio Romero y eligió un sitio poco agradecido. La Sala Clamores gana mucho en los conciertos tranquilos y pierde en los concurridos. Hay un serio problema de sonido o de acústica y desde luego de visibilidad.

Es una sala hecha para que la gente se siente a escuchar jazz y no para conciertos de pop, por mucho que se empeñen.

Julia empezó brava, saliendo ella sola al teclado para tocar una de las nuevas - la composición recordaba misteriosamente a "Yo sabré tu nombre un día"- y luego ir presentando a la banda. Es mucha tela, Julia, allí arriba. Esto no quiere decir que no sea tela aquí abajo, pero allí arriba, con esa voz, con esa elegancia, con la sonrisa de niña que va a cumplir 30 años algún día de mayo, con el talento que se le escapa por todos lados... pues eso, que es mucha tela. Desde el principio te engancha. El truco es sencillo: melodías pegadizas, buenos arreglos y un tono de voz cautivador.

Como grupo, Emite Poqito sonó muy bien. Sorprendentemente bien para su primera actuación. Por supuesto, ellos sabrán en qué tienen que mejorar, pero las canciones suenan distintas con ellos y Julia pasa de ser una cantautora a ser la cantante de un grupo pop-rock-jazz y lo que les venga en gana. Determinadas canciones, como "El niño perdido", que a voz y teclado no dicen demasiado, ganan enjundia con una banda al completo tocando, aportando un punto casi jazz, casi bossanova.

La primera parte del concierto estuvo llena de nuevas canciones, prácticamente todas al piano y todas guarras: no sé qué de unas lolitas y no sé qué de un conejo. Julia se guardó los grandes éxitos para el final exceptuando "Permanentado" -que ahora suena aún mejor y que  a mí y a la Chica Portada nos recuerda a Vetusta Morla: "aproveche esta oportunidad"- y el clásico "No me quiero enamorar del mal" en versión reducida: voz y teclado, más Alberto -soberbio, de nuevo- con el acompañamiento de guitarra.

Tras el descanso, el tono del concierto se elevó. El del concierto y el de la gente de atrás que no se callaba. Vaya manera de hablar, señores. Llegó la magnética "Ayer perdí", la hipnótica "Mi fórmula secreta", la sencilla pero efectiva "Antes", ese temazo que sigue siendo "Dame" -"aquí me desperté y aquí voy a dormir", excelente declaración de intenciones- y mi favorita, "Un disparo" -"diste en el blanco una vez: estoy resintiéndome... estoy resistiéndome"-. Cerró con "La nariz" e incluso se permitió un par de bises, algo que no siempre hace. Estaba brillante y eufórica.

El asunto está en ver hacia dónde tira ahora EP. Julia tiene sus compromisos con Mamut y Subterfuge, y una vida que atender, como todos los demás, así que no será fácil verles demasiado a menudo. Aún hay mucho trabajo que hacer, eso está claro: tienen unas diez canciones soberbias y un público entregado, pero quedan cosas. Pulir las nuevas canciones, de entrada. Borrar definitivamente algunas del repertorio, ayer inusualmente largo por necesidades del guión.

Puede que Emite Poqito pierda magia al añadir miembros. Algunos pensarán eso. Puede, incluso, que en ocasiones sea verdad, pero en reglas generales, sale ganando. Hay mucha más variedad y muchas más posibilidades. La magia quedará para momentos especiales, como debe ser. Hacer de la magia una forma de vida es no saber en qué consiste la magia.