sábado, enero 10, 2009

Lantana bajo cero


No sé por dónde empezar. Probaré con la anécdota personal facilona, como todo mal periodista:

Conocí a Lantana después de un concierto de Dani Flaco en el Búho Real. Ella estaba con Conchita y compartíamos mesa y de repente nos pusimos a hablar sin más, no sé de qué, y me enteré de que ella se llamaba Alba, que en realidad era actriz pero cantaba, que había puesto música a AzulOscuroCasiNegro, que había estado nominada al Goya... Yo no sabía nada de eso y tampoco sé hasta qué punto la decepcioné. Por otro lado, también era cierto que ella no sabía nada de mí ni de mis libros y que, además, Darío había quitado a Hache del estante, así que no pude enseñar nada...

No, no me gusta. Mundo de fardones... Probaré con el clásico comienzo melancólico de puesta en situación.

Es viernes por la noche en Tribunal y las calles están vacías. No queda nieve, sólo regueros de agua. Los bares agonizan. El frío quema la piel y la garganta. Nadie se pelea por entrar en el SpeakEasy. Diríamos que es Año Nuevo, o algo peor. El hombre del Bocata VIP me reconoce y me ofrece patatas, me deja comérmelas dentro. No hablamos. Es un hombre simpático que no habla. Igual que yo. Leo el periódico y soplo el cucurucho, eso es todo.

A las 10, más o menos, entro en el Búho Real. Medio lleno. Está bien. Viendo lo que hay fuera, está bien. Compro mi entrada, saludo a Toñín, miro a ver si conozco a alguien más y pronto me doy cuenta de que soy tan desastre que aunque conociera a alguien más probablemente no lo distinguiría. Fisonomista de mierda. Voy cambiando de ubicaciones conforme el sitio se va llenando. Los más fieles están al lado de los lavabos y yo me quedo allí, apoyado contra la pared, sin ver a Lantana, sólo escuchándola y frente al público.

Me encanta ver al público en los conciertos. Cómo sonríen. Es un gusto verles sonreír y aplaudir y dejarse llevar como si realmente lo necesitaran.

Lantana tiene canciones preciosas, impresionantes. No es precisamente mi estilo -suponiendo que yo tenga estilo, que está por ver- pero reconozco el talento. Una canción parece llamarse "Melancolía" y me encanta. Tiene un acento dulce de algún lado que puede ser Andalucía o las Canarias y resulta ser Málaga. Coquetea con estilos que podrían ser realmente fabulosos con banda. Tiene un excelente gusto para la armonía. El Búho empieza a llenarse y resulta que todo el mundo se sabe las canciones y si no se las saben -algunas son nuevas- se las aprenden en el momento y al segundo estribillo ya están todos de nuevo.

Me siento como si me hubiera colado en una ceremonia privada. Una boda ortodoxa o algo así, sin hermanas solteras que se acerquen a ofrecerme canapés chipriotas. No espero a que acabe el concierto porque casi nunca lo hago. Puede que sea un error, pero estar solo contra la pared tiene su tiempo limitado. Fuera, en la calle Regueros, la respiración es vaho y el tipo del Bocata VIP saluda con la mano. Un poco más adelante, un grupo de chicos insultantemente jóvenes se tiran bolas de nieve.