sábado, febrero 07, 2009

Stieg Larsson- Los hombres que no amaban a las mujeres


Los términos medios y su difícil análisis. Lo fácil que sería decir que la trilogía Millenium del fallecido autor sueco Stieg Larsson empieza con una novela disparatada, exagerada, llena de errores, mal escrita y con un pésimo ritmo narrativo. O, al contrario, asegurar que estamos ante una obra maestra, 650 páginas de frescura, hondura estilística, personajes bien construidos, tramas impresionantes junto a reflexiones psicológicas encomiables...

Sin embargo, "Los hombres que no amaban a las mujeres" -y ruego que nadie destripe en los comentarios la segunda parte, "La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina"- se mueve en ese término medio que impide cualquier crítica coherente. Habrá que admitir, en definitiva, que es una buena novela, bien escrita, en ocasiones francamente mejorable.

De entrada, hay algo misterioso en Larsson. Como en todos los autores que consiguen un éxito descomunal ya muertos y en la madurez de su vida. En 2001 se plantea escribir unas 2000 páginas para la posteridad. Las acaba en dos años. No es fácil escribir 2000 páginas coherentes en dos años. Yo no creo ni que lleve 2000 posts coherentes en ese tiempo, así que imagínense...

La precipitación a veces se nota. Frases que se repiten demasiadas veces, adjetivos prescindibles, cierto apresuramiento para resolver situaciones -si hay un problema, bueno, pues aparece Internet como "deus ex machina" y todo solucionado-, a veces los personajes parecen extremadamente frágiles -les pasa de todo- y majestuosamente omnipotentes -nadie está al alcance de sus investigaciones-. Con un par de repasos más al libro, fuera por el escritor, o por su editor o por la editorial Destino en España que ha publicado la traducción, el libro mejoraría mucho.

Por otro lado, es un libro interesante. Una novela de detectives con personajes fantásticos. No llega al nivel de las novelas de Ripley de Patricia Highsmith por ejemplo, porque eso es mucho pedir. Highsmith nunca necesitó 650 páginas para contar una buena historia, mantenerte en tensión y descubrir cosas apasionantes sobre la sociedad y el individuo. Pero sí te mantiene enganchado, claro que sí. No sólo eso, cuando acaba el libro estás deseando comprarte el siguiente.

En líneas generales, está bien escrito, con un dominio claro de las técnicas del suspense aunque a veces con un exceso de información, con explicaciones casi de catálogo de tienda -"se compró un Mac con 3,4 GB de Memoria RAM, disco duro fragmentado, una tarjeta de sonido...", este es un ejemplo inventado, pero para que se hagan una idea- y otras tan prolijas que resultan imposibles de seguir.

Como resumió un excelente lector amigo mío: "Pasan demasiadas cosas".

Efectivamente, están todo el rato pasando cosas. No es como el Código Da Vinci, ya digo, con sus absurdos giros constantes y salidos de la nada. Aquí, las cosas pasan con cierto sentido y en un devenir lógico que el lector puede seguir. A veces, hay saltos sospechosos, pero el género está hecho de saltos sospechosos y asesinos en serio que se hacen fabricar una cámara de tortura insonorizada, con puerta blindada a prueba de todo... y luego se olvidan de cerrarla.

Esas cosas pasan, supongo.

Y ante todo está Lisbeth Salander. Lisbeth Salander es un pedazo de personaje y tremendamente representativo de esta época. Hay veces que Larsson describe tanto su historia que te la puedes imaginar diciéndole: "¿te callas ya y me dejas seguir a mi aire?". Salander está por encima de su autor, es un hallazgo. Con sus tatuajes y su fragilidad omnipotente de la que hablábamos y sus silencios combinados con una acción brutal. Un personaje seductor y a la vez temible -lo temible suele ser seductor- y que desde luego sabe cómo resolver un problema.

Aunque sólo fuera por ella, merece la pena comprar este libro. Y el siguiente, supongo. Y ya hay quien dice que va a comprar la tercera parte en italiano o francés en cuanto salga allí. No es para tanto, en mi opinión. Pero es algo más que el clásico "best seller" disparatado con claves místico-religiosas milenaristas (aunque algo de eso hay, "l´esprit du temps", supongo).

Seguiremos investigando.