martes, marzo 31, 2009

Cormac McCarthy- La carretera


A veces, uno siente la tentación de decir que Cormac McCarthy dedica demasiadas páginas a no contar nada. Por supuesto, es un enorme escritor, y por supuesto la contundencia de su estilo seco, sobrio, minimalista (estadounidense, en definitiva) está fuera de toda duda, pero hay veces que es inevitable pensar que dedicarle cuatro párrafos a cómo un tipo abre una lata de judías blancas es excesivo.

En ese sentido, "La carretera" está llena de excesos porque no se quiere explicar nada. Recuerda a Faulkner, por supuesto, con lo bueno y lo malo. La novela cuenta la historia de un padre y un hijo que empujan su carrito con pertenencias a lo largo de una carretera infinita, que no acaba nunca, y que tiene que llevarles al sur.

Ha sucedido algo. No sabemos el qué. Lo que sí sabemos es que no queda vida animal ni vegetal en ningún lado, salvo unos pocos supervivientes, como el padre y el hijo, los desvalidos que encuentran por el camino o las bandas organizadas que les acechan y de las que tienen que protegerse.

Contar eso es un prodigio. Me refiero a que todo eso se entienda a lo largo del libro: la desolación del espacio post-nuclear, los refugios saqueados, los cuerpos calcinados, el mar gris, las tormentas de ceniza, la muerte... sin escribir en ningún momento la frase: "Cuando la bomba estalló, Mike estaba...". No sabemos nada de eso. Se sobreentiende. Por no saber, no sabemos ni cómo se llama el hombre ni cómo se llama el chico. Podrían ser cualquier hombre y cualquier chico.

McCarthy lo deja todo al lenguaje, a sus descripciones copiosas de actividades cotidianas y sus diálogos afilados -algunos, como siempre, realmente brillantes- pero la estructura resulta algo pobre: la pareja sigue la carretera, se cansan, encienden un fuego, hacen algo de comida, llueve, creen que les siguen, cuando están a punto de morir de hambre y cansancio encuentran un refugio con comida y mantas, vuelven a salir, creen que les siguen, llueve, se cansan, encienden un fuego...

Muy bien contado, sí. Un gran escritor. Pero para ser una obra maestra de la literatura del siglo XXI, creo que hay que pedir un poco más.

Que otra cosa es que yo sueñe con escribir algo así algún día, pero yo no soy la medida de todas las cosas. Algunos pensarán que ni siquiera Faulkner lo es.