viernes, marzo 06, 2009

Gran Torino y otras críticas de cine


En la renovación de mi página web que estamos preparando para dentro de poco, habrá un enlace directo a "Críticas de cine" que he hecho durante los últimos cinco años, principalmente, aunque no sólo, en la revista Almiar. Deben de ser unas cuantas. De momento, les dejo con estas dos, aunque les sonarán: "Watchmen" y "The Wrestler".

Y aquí tienen la crítica de "Gran Torino" en Notodo.com. Pinchen en el enlace para la versión original. Aquí tienen la ligeramente extendida:

"¿Cómo es posible que, a sus 78 años y con el cuello y la cara llenos de arrugas, Clint Eastwood siga consiguiendo dejarnos helados cuando mira fijamente a su enemigo y le suelta algo parecido a aquel "Alégrame el día" de hace más de treinta años?

¿Cómo consigue seguir siendo creíble?

En Gran Torino hay un innegable punto Harry el Sucio que Eastwood había ido abandonando en sus últimas películas. Hay un punto de justiciero de la calle, capaz de intimidar él solo a bandas y bandas de adolescentes armados desde el porche de su destartalada casa, mientras pasa el arado por el jardín y lava su Gran Torino de los años 70, guardado como una joya en el garaje. Pero quedarse ahí sería demasiado fácil. Por supuesto, todos vitoreamos a Clint cuando se pone chulito, pero detrás de la máscara del racista, intolerante y gruñón Walt Kowalski está el retrato de una generación que desaparece, de unos Estados Unidos que ya no existen, un país que ya no es para viejos, y donde los valores de antes no encuentran sucesores.

Kowalski, veterano de la guerra de Corea y profundo patriota, mira con desprecio a los inmigrantes que se van apoderando del barrio. Un automatismo como otro cualquiera. Hasta que se da cuenta, claro. Se da cuenta de lo que hay ahí fuera: unos hijos egoístas, unos nietos incapaces de mostrar ningún cariño y una sociedad completamente podrida, pueril, con sus tiroteos y su falta de respeto. En medio de todo eso, una esperanza… amarilla. Kowalski –por otro lado, hijo de inmigrantes polacos- dedicará sus últimas fuerzas, ya viudo y retirado, a proteger a una pareja de hermanos de origen chino pero tan estadounidenses como él: tienen valores, respetan a su familia, saben agradecer, trabajan duro y no quieren que nada se les dé hecho.

¿Valores reaccionarios? Puede. Kowalski no es el tipo más revolucionario del mundo. Sus valores, en cualquier caso. Los valores que a uno le hacen permanecer erguido en medio de una ráfaga de metralleta. Como en los viejos tiempos."