Y por las noches hacíamos lo de siempre. Porque nos gustaba y porque nos divertía.
Íbamos a conciertos de Dani Flaco y Rubén Mata en el Búho Real, nos pegábamos a la banda, subíamos en las contras y bajábamos a defender como podíamos, Conchita nos hacía cobras galácticas, las chicas se volvían para hablar con nosotros, conseguíamos actuaciones para grupos prodigiosos...
Cambiábamos de bar fácilmente. De un bar democrático a un bar de castas, donde todo está ya visto -es lo que tienen las castas-. Ellos reían y entraban en el baño y nosotros recolectábamos kikos y panchitos y charlábamos en las zonas medias para desesperación de los cantautores.
Por supuesto, mirábamos a las chicas: a las de Alcorcón y a las de Barcelona. Si no nos hacían caso, comentábamos con desprecio: "Sleeping in the wind", que venía a querer decir algo así como "a tomar viento", una autoafirmación masculina muy de tres de la madrugada y bar de castas.
Comentábamos la jugada en terrazas de la calle Ruiz, con primas de Florida y toses de Javier Krahe. Esquivábamos el sol, pero no siempre lo conseguíamos. Mirábamos la cuesta arriba y hablábamos de las cosas que no nos preocupaban. Las que nos preocupaban las escribíamos en mails larguísimos. Recibíamos mensajes que hacían borrar teléfonos y dormíamos -o intentábamos dormir- siestas.
Nos separábamos de vez en cuando, claro. Por ejemplo, algunos volvían al bar de las castas para despedirse y otros nos íbamos a cumpleaños totales con música indie y chicas ubetenses terriblemente encantadoras. Despedidas, en cualquier caso. Andy Schleck, sentada en su silla con la pierna en alto, mientras su hermana Frank sonreía a todo el mundo.
Sonrisas. Por las noches, el mundo seguía siendo un mundo de sonrisas. Un mundo de mañanas aceptables, tardes dolientes y noches en las que conseguías olvidarlo todo, absolutamente todo, a base de Bloc Party, los Ting Tings y quizás "Valiente" de Vetusta Morla.
Como en los viejos tiempos, en definitiva.
El eterno retorno.
España no puede confiar en un presidente que dimite por unos bulos torpes
que difundió nuestro becario
-
Sánchez se retira a la llorería. ¿El motivo? Proteger a su príncipe azul
(esposa) de cuatro bulos mal pergeñados por nuestro becario de 23 años,
Dieguito D...
Hace 2 horas