sábado, septiembre 12, 2009

Emite Poqito y Zahara en un jueves atípico


Frenética noche de jueves en Madrid: Vetusta Morla inauguraba el polideportivo de Rivas Vaciamadrid, Dani Sánchez Arévalo pre-estrenaba "Gordos", con el sensacional Antonio de la Torre, Zahara celebraba su cumpleaños con un concierto en el Búho Real y, como ya saben, Emite Poqito tocaba en Clamores.

Obviamente, yo elegí esta última opción.

Lo importante en Clamores es saber elegir el sitio. La sala tiene varios problemas enormes, pero los principales son el sonido y la visibilidad. Casi nada, si tenemos en cuenta que es un local de conciertos. Aunque hay sitio para 300-400 personas, la realidad es que todos los del fondo no oyen nada y los de los laterales tienen columnas que les impiden la vista, así que se ponen a hablar. Pasa en todos los conciertos, salvo que Xoel López mande callar a la gente.

Esos se ponen a hablar y a reirse y los que están sentados y de frente y por lo tanto sí que oyen algo empiezan a molestarse por el cuchicheo constante y no se concentran en el concierto, aunque, generalmente, al menos, se callan. De manera que tenemos unas cuatro-cinco filas de mesas que sí pueden oír el concierto, y nosotros elegimos casi a pie de escenario, para evitar posibles sorpresas.

No sé cuánta gente vino. Creo que fueron más de 100, incluyendo enormes amigos como los de aquí abajo:

A mí el concierto me gustó, aunque eso ya era de esperar. No sé qué pensarían los nuevos, ni si los había. Ya digo que todo quedaba a mi espalda. Julia hizo una versión a bajo y voz de "No me quiero enamorar del mal" y acabó con una nueva canción en plan Beck, con iPod enchufado a los monitores, cantando por encima de la base. Bastante impresionante, la verdad.

Después, diversidad de opiniones. Los que decían que muy bien y los que decían que muy bien pero que desde su sitio no se oía. De verdad que es una pena, porque Clamores es una referencia de la noche en vivo y una oportunidad tremenda para muchos nuevos músicos.

Como el concierto fue corto -a mí me gustan los conciertos cortos, yo recomendé un concierto corto pero intenso, que dejara a la gente con ganas y que no tuviera lagunas-, tuvimos tiempo de seguir la noche en otros lugares. Algunos, en el Honky. Arantxa y yo en el Búho Real, a celebrar el post-cumpleaños de Zahara. Tuvo que ser algo precioso, esa pinta tenía y eso decía todo el mundo: el Búho decorado con guirnaldas de papel colgando, corazones, confeti por el suelo...

Zahara tenía pinta de estar agotada, después de otro día de promo -y todo esto empezó, ¿cuándo?, ¿en abril-mayo?- y sobrepasada de afecto, por tener el club de fans más fiel y activo del indie pop español. Al rato de estar ahí, sonriendo y haciéndose fotos, se acerca a nosotros, rendida, justo antes de irse con su Chico Fabuloso. Está contenta, le han regalado muchísimas cosas. Tiene muchas razones para estar contenta, y así se lo digo: "Estás colocada justo donde quieres: no te paran por la calle o al menos cuando acabe la Vuelta no te pararán, tienes libertad para hacer lo que quieres, posibilidad de hacerlo llegar a la gente gracias a una multinacional y un montón de gente que te adora".

Y ella asiente, fatigada, pero sin dejar de sonreir, recoge sus cosas, da besos a todo el mundo, y se va rumbo a los 26 años mientras nosotros nos quedamos cantando las canciones de María Isabel que nos pone Darío.