lunes, diciembre 07, 2009

Almería en Corto II. Torreluz y alrededores


Yo no vi esto el año pasado. O si lo vi, no lo recuerdo. No vi colas que dieran vueltas a esquinas ni el teatro abarrotado durante tres sesiones distintas: vídeos nacionales a las 5, cortos ingleses a las 7, certamen internacional a las 9. No vi reacciones tan elegantes como aplaudir fervientemente un corto que nadie ha entendido porque está en inglés y no hay subtítulos, de manera que sí, uno puede más o menos saber que el corazón, los sentimientos y el amor están relacionados, pero para eso tampoco hacía falta gastarse un euro y meterse en una sala.

Pero no, la gente aplaude igual y Óscar pide perdón y no sé si el director de "Tu(a)mor" lo acepta o no, pero se lleva otro aplauso y la promesa de que le echarán el corto, ya bien arreglado, otro día.

Una putada, desde luego.

Por lo demás, mi vida aquí es una vida de hotel y alrededores. Óscar lo llama agenda apretada, yo lo llamo "comer, dormir y ver cine" y suena menos alarmista. Creo que hoy he sonreído menos o no con tanta regularidad. Al final todo será un problema de consistencia más que de número.

Somos pocos y nos conocemos todos. Desayuno con los chicos del subtitulado, como con el director de DocumentaMadrid, veo la primera sesión con Sonia Sola, compañera de fatigas selectoras, y a la salida hablo con Manuel Burque, Giovanni Maccelli, Carlota Coronado y los chicos de "Telemarketing Nation". Tomo una cerveza con Óscar y Mariela -ellos toman una cerveza, yo tomo agua- y de vez en cuando robo Kit-Kats del minibar.

Organizamos reuniones secretas en los bares. Reuniones escalonadas, típicas de estos eventos donde todo el mundo se encuentra en el mismo sitio. Reuniones de no-vips. Me encantan los no-vips, eso ya lo saben. Entre vips me siento muy extraño, como si fueran ellos los que esperaran algo de mí y no al revés. En la Bodeguilla, sin embargo, con Lola Parra y el resto de sospechosos habituales, uno expone sus proyectos con la misma inocencia que todos los demás y suenan mejor cuando ellos los oyen.

Si lo pienso, soy un tipo extraño: acabo de atacar la inocencia en un artículo que saldrá publicado mañana y ahora me encuentro defendiéndola. Si no lo pienso -si no me pienso- no soy nada, y si me piensa José María Albert de Paco soy mucho mejor de lo que nunca he soñado.

Dejémosle el trabajo a él, entonces. Buenos días.