miércoles, diciembre 16, 2009

Joaquín Sabina y el Toni 2


Antes hay un concierto de Joaquín Sabina, pero yo llevo yendo a conciertos de Joaquín Sabina desde 1983 aproximadamente, Parque de Berlín, él me dedicaba una canción que se llamaba "La tercera guerra mundial" porque yo era un niño prodigio y aprensivo que intuía el estallido atómico a mis seis años.

Repaso mi infancia y siento temblores.

En fin, demasiadas giras de Sabina como para entrar en matices. Demasiada vinculación sentimental y familiar como para hacer críticas. Eso lo dejo a los expertos. Yo estoy con Dani y lo disfruto. ¿Más o menos? No sé. No me han invitado para que juzgue, me han invitado para que vaya y lo pase bien y es exactamente lo que hago.

Nos colamos en el backstage. Pancho nos cuela en el backstage, hablamos con Javier Krahe. Ahí hay un montón de gente que no pinta nada pero Krahe, obviamente, lo pinta todo. Le cuento que perseguía a su hija con siete años -más o menos cuando aquel concierto-. Que ella celebró uno de sus cumpleaños allá por Alfonso XIII y yo iba detrás por toda la casa diciendo "Violante, qué guapa eres". Le cuento que eso es lo que mi madre cuenta, que yo en realidad no lo sé. Él me responde con una simpatía que casi raya el entusiasmo -estamos hablando de Krahe, tomemos los sustantivos con cierta prudencia- que no se podía imaginar que Gloria tuviera un hijo de mi edad. Por un momento parece que le caigo bien.

Simpatizamos con Dani Pérez de Prada. No tiene ningún mérito simpatizar con Dani, por otro lado, pero el caso es que lo hacemos y cuando no lo hacemos nos quedamos en la barra, pidiendo whiskys gratis mientras Flaco tiene que escuchar mis primeras digresiones de borracho exultante y sin cenar: "El asunto no es ganar su simpatía, el asunto no es caerles bien. Al contrario, el asunto es ser mejores y quitarles de ahí".

Efectivamente, ese es el asunto. Nada de mamoneos ni compadreos, no. Trabajo. No pedimos una rendición incondicional sino un paso al lado. Ni siquiera pedimos que nos lo regalen, nos exigimos merecerlo.

Dani habla del Toni 2 y yo pienso en Hermann Tertsch. Pienso que hay ahí algo parecido a una serendipia, en el sentido de que desde que sé que Tertsch fue golpeado en el Toni 2, a mí me apetece más ir al Toni 2 y de repente surge la ocasión. Tengo la impresión de que mi vida cambiará a mejor mañana, mejor, sin más, y cogemos un taxi los tres: los dos Danis y yo, pero sólo dos entramos en el bar y el otro es Flaco. Pérez tiene un casting.

En el Toni 2 están Leiva y Rubén, está Clarita, cantante de Los Peces, está Carmela, está Fernando Tejero, está Blanca Romero... No hay nada que luchar contra ellos porque ellos son nosotros, son nuestra generación o incluso más abajo. Como mucho habría que temer a los jóvenes -las jóvenes-, las que un día nos echarán a nosotros a patadas. También está Óscar Ladoire. En un ataque de valentía me acerco y me presento como fan de "A contratiempo". Menciono la palabra "tumbadioses" y Óscar sonríe de verdad, como si hasta ese momento no me hubiera creído del todo.

La acción pasa de la barra al piano y del piano a la barra con todos los estados intermedios. Hago cosas que tendría que haber hecho antes, es decir, hablar con gente que merece la pena por sí misma y no por su nombre. Por ejemplo, Miguel Leyva merece la pena. Miguel Leyva se pone a hablar contigo y habla contigo, seas quien seas. No hace como si hablara contigo y de repente se gira y se olvida de ti. No, eso lo hace Quique González pero Miguel Leyva no. Fernando Tejero tampoco. Es un prodigio de simpatía, de hecho, y aunque detesto molestar, le molesto. Le molesto desde "¿Quién mató al teatro?" y Cristina Rota hasta "La espera" y Albert Espinosa.

Un incordio en toda regla.

Fernando está con Blanca Romero. Que nadie malentienda esto: Fernando está con mucha gente, entre ellas, Blanca Romero. Yo me muero de ganas de que alguien me la presente pero eso me parece vacío y previsible. ¿Qué le puede decir alguien a Blanca Romero? ¿"Eres muy guapa"? Por Dios bendito, Blanca Romero tiene 32 años, ¿acaso no se ha enterado ya de eso? No me atrevo, ni siquiera a pedir dos besos, ni siquiera a saludar a DJ Pollo. Como mucho, en un alarde de osadía, me despido de una chica encantadora que dice llamarse Candela y luego matiza "Candela Serrat" y yo digo "claro, qué idiota" y ella dice "no tendrías por qué saberlo" y yo digo "es verdad, qué idiota haberme sentido idiota" y ella sonríe y le recuerdo a Carmela cuando ella nació, y me mira con una media sonrisa y cara que viene a confirmar lo que ya pensaba antes: "Este tío está pirado", y puede que sea verdad, y también puede que haga algo más que ahora mismo no recuerdo.

Algo más aparte de subirme al taxi con Dani y volver a casa, claro.

Con las costillas intactas.