martes, diciembre 29, 2009

Perdido en Barcelona



Ana y yo llegamos a Sants y nos sentimos felices. De repente, recuerdo lo que es llegar a una ciudad con alguien, una costumbre muy sana que he abandonado por razones ajenas a mi voluntad. Compartimos media calle Numancia y ya nos separamos. Hacemos fotos de nosotros y de los hoteles. Por ejemplo, yo le hago una foto al NH Les Corts en mi tercera visita (1999: Tati, 2005: recuerdos de Hache en medio de una sucesión de entrevistas agotadoras).

Luego se vuelve todo surrealista. O aburrido, simplemente. Luego es todo una espera de no se sabe qué. Yo soy muy capaz de ir a Barcelona a no hacer nada, lo he hecho muchas veces. Recuerdo el verano de 2004 en el Tryp Apolo, paseando solo por el Forum, metido en mi habitación y escuchando conciertos de hip-hop en la plazoleta de abajo. Paseando por las Ramblas y mirando el mar desde los bancos del Port Vell.

Yo soy muy capaz de eso, pero esa no era la idea.

Y a estas alturas, todos ustedes saben que los cambios de idea me desconciertan y uno acaba preguntándose qué demonios ha venido a hacer aquí, total para leer la autobiografía de Agassi -un tipo alegre, Agassi, también, madre mía- en la cama de una habitación de hotel con la calefacción a tope. Hace sol fuera, es un excelente día, pero todo anda un poco confuso. Ana me preguntó en el tren: "¿Cuáles son tus planes de futuro?" -pongamos que la pregunta fuera esa, aunque no fuera textualmente esa- y yo no supe que contestar más que un ambiguo: "sé que me esperan cosas pero cosas que no espero, así que no sé qué puede ser".

Una frase muy de francotirador.

En fin, Workcenter de L´Illa. Ayer, magnífica cena con Pepe por el barrio de Gracia. Magnífica conversación y recuerdos y un montón de mensajes y llamadas absurdas por en medio y de nuevo la sensación angustiosa de que Internet ya tenía en Madrid y que de verdad no sé a qué he venido. Que tampoco es tan grave, porque al fin y al cabo -insisto- es una ciudad preciosa, debería darme tiempo a ver el mar y quizás a alguien -aún no lo sé- y en siete horas vuelvo.

Pero que no era la idea. Simplemente.