sábado, enero 16, 2010

Mi vida como una cosa absurda


I

Me levanto a las 7,30 de la mañana para poder ir a la DAT Capital. Jerga administrativa. Hablamos del sitio donde deciden mi futuro, donde me envían a un sitio o a otro y me hacen firmar contratos, juramentos, nóminas... Es 14 de enero y mi destino resulta ser Jesús Maestro. No está mal. Puedo ir andando desde casa y no tardo más de quince minutos. Es un sitio grande y por lo tanto impersonal y eso le agrada a cualquier tímido. Hasta ahí todo bien. Me pasan el papel con los datos y leo "acaba el 19 de enero". Insisto, es día 14. Le pregunto a la señora: "¿El 19?" y sin mirarme dice "sí", y luego rumia algo que viene a querer decir "no es culpa mía, solo hago mi trabajo".

Depués de tres paradas de metro, llego a la Escuela. No es grande, es enorme. Hablo con mucha gente que tiene cargos que hasta hoy yo no sabía ni que existían. No hay llaves. No hay libros. No hay CD´s. No hay lista de clase. No hay manera de saber a quién preguntar nada. Por la tarde, como nadie ha avisado a los alumnos, doy clase a seis chicos de Intermedio 2 y a tres chicos de Intermedio 1. Son los únicos que se han molestado en llamar para preguntar. Un jueves. Desde la ventana puedo ver a un montón de adolescentes jugando a algo que parece hockey.

II

Llego a casa y llama Tere, la directora de Neo2. Me dice que no conseguía localizarme. Yo le digo que había estado en la Comunidad para un nuevo trabajo. Me ofrece ir al Festival de Sundance con gastos pagados. "Nos ha invitado Absolut, pero yo estoy en Berlín esos días y me gustaría que fueras tú". Le pregunto qué fechas. Sé que no voy a poder, sea la fecha que sea, pero le pregunto, por si acaso. "Del 20 al 24 de enero", dice. Yo me callo. Ella se da cuenta: "No vas a poder, ¿no?" "No". Luego me callo otra vez. Luego explico: "Tengo contrato hasta el 19 en la Escuela y si después me llaman de otro lado tengo que acudir al nombramiento, si no me saltan. Puede que me pase del 20 al 24 en Madrid sin hacer nada, pero no me la puedo jugar". Tere lo entiende. "El 25 tengo que ir al médico, además".

Sundance. Enero. Nieve. Robert Redford. La meca del cine independiente mundial. Fiestas Absolut con camareras mormonas. Vuelta a los Estados Unidos. Cuatro días, sólo cuatro días.

Pero no.

Al principio me desespero y pienso en lo que siempre dice Laura: "Lo importante no es por qué sino para qué". Esa es una afirmación trampa, porque el paraqué nunca es inmediato, sino que siempre es un "aposteriori". No sé. Algo me pasará en Madrid del 20 al 24 de enero que sea absolutamente maravilloso. Algo que me hubiera perdido si hubiera estado en Sundance.

Y al fin y al cabo, al menos me han llamado a mí.

III

Como no hay libros, tiene que haber improvisación. No pasa nada. He empezado curso siete veces en quince meses, así que tengo recursos. Llevo el CD de Nadal y un extracto de un libro de Giles Trimlett que habla del ruido en España y hasta qué punto es irritante para los extranjeros pero perfectamente normal para los propios españoles. Es un libro que compré en Portland, en una librería enorme, arrinconado entre otros "estudios hispanistas". Se llamaba "Ghosts of Spain" y me gustó la introducción.

Avanzando páginas, resultó que en el libro aparecía entrevistado mi psiquiatra. Uno compra libros en Portland, Oregon y resulta que esos libros hablan de su psiquiatra. Perfecto.

A punto de llegar a Diego de León, con las fotocopias en la carpeta, veo que una chica, al fondo del vagón, lleva un libro que parece llamarse "Ghosts of Spain" también. No me parece posible, así que me acerco un poco. La portada es distinta y puede ser cualquier otra cosa relacionada con fantasmas o con España. Pero no. Es el mismo libro. Hay una chica en mi mismo vagón leyendo en inglés un libro que no existe, que hay que comprar en otro país y del que yo tengo fotocopias en mi carpeta.

Contemplo las opciones: me acerco y le hablo en inglés, me acerco y le hablo en español y luego ya si eso que ella cambie al inglés. No le hablo, simplemente le paso una de mis fotocopias, señalo la fuente en cursiva y sonrío. Ella tiene que entender.

Sin embargo, no hago nada de eso. Me limito a esperar. "Si se baja en Diego de León yo también me bajo y le digo algo". "Si se baja en Ventas yo también me bajo y le digo algo". Pero no se baja. Y yo no me acerco. Y cuando se lo explico a Álida, ella, muy sorprendida me dice: "Es curioso, si conozco a alguien que hubiera dicho algo en esa situación ese eres tú".

El absurdo como una marca de identificación personal.