lunes, agosto 22, 2011

El día llegó



Lo que me gusta de Emite Poqito es su capacidad para rendirse. Cualquiera se puede enamorar de alguien que está a punto de rendirse, sea porque crees que puedes evitar la rendición, sea porque de esa manera tu propia rendición está más cerca. No voy a extenderme mucho porque es muy tarde, pero recuerdo tres frases concretas que me vuelven loco.

La primera es de la canción "Dame" y dice "el radiador nos alumbra por si no hay amor". Toda la canción en general es de una tristeza desoladora, es la falta de amor hecha verso con música de acompañamiento, aunque el ritmo nunca lo diría, el ritmo invita a pensar que hay una oportunidad o al menos una indiferencia y que no tiene por qué ser todo dolor. Es la canción que me puse a mí mismo mientras la Chica Indecisa se duchaba después de una noche de insomnio y fotografías. De esto hace tres años y medio. Mis amigos creían que estaba muerto, yo me limitaba a acariciarle el pelo y pedirle fotos como los psicópatas.

Ella me las daba y se dejaba acariciar, conocedora no tanto de sus límites como de los míos.

Segunda frase, mucho más simple: "Yo me rindo, yo me rindo", de "Mi Fórmula Secreta". No merece mucha más explicación, viene todo ya en el primer párrafo. Esa canción fue la banda sonora de un capítulo de mi novela sobre francotiradores. Cuando el chico cínico y la chica cínica paseaban por Madrid jugando a ser lo que no eran, soñando con ser lo que no eran, más bien. Cogiéndose de las manos y desempolvando diálogos ingeniosos. Aquel "yo me rindo" era para ellos algo así como el canto de las sirenas para Ulises, algo deseable, cercano y a la vez inasible. Él juega a quererla, ella juega a que se crea que le quiere. O al revés.

Acabo ya, las promesas hay que cumplirlas. La mejor frase que ha escrito jamás Julia es un heptasílabo con sinalefa: "En adelante no estoy", que culmina esa declaración de amor convenido que es "Un día llegó" (ver video). No diría que es una rendición exactamente sino más bien un "he estado esperando hasta aquí, he estado sufriendo hasta aquí, no sé si esto me lleva a algún lado pero la lucha, al menos, acaba desde este mismo momento, no cuenten más conmigo".

Y me parece bonito, no sé. Abandonarse, digo. Si "Allí donde solíamos gritar" es una de las mejores canciones de la década es por ese final, diez años después, en el que el chico se dice a sí mismo, "y ya está, ya hay paz, ya hay paz...". De alguna manera, ha conseguido saldar cuentas, de entrada consigo mismo. Yo no sé lo que ustedes buscan, pero no puede ser algo muy diferente a eso.