miércoles, agosto 31, 2011

You gotta be your own dog


Esperaré hasta el último día de octubre, que venza la fianza, y recogeré los muebles más imprescindibles y decenas de cajas con ropa y libros. Sobre todo, libros. De hecho, los muebles... puede que no sean tan necesarios. Lo dejaré todo en la Sierra o en casa de mi madre y volveré a vivir como un detective salvaje, igual que en 2007, igual que en 2008. Viviré noches perdidas y amaneceres imprevistos. Prescindiré de todas las colaboraciones que no sean colaboraciones conmigo mismo, escribiré novelas que nadie publicará nunca y leeré biografías de 900 páginas con letra pequeña.

Después compraré un perro y una flauta. Mejor aún: recogeré en la calle un perro y una flauta y conseguiré que alguien me deje una tienda de campaña Quechua. Yo ya sabré qué hacer con ella. Perderé el móvil. Dejaré de mirar el correo. Me pelearé con los chicos que compran y venden oro en la calle Montera. Cuando pase esa época, me compraré un tonel. Un tonel enorme donde yo pueda caber desnudo. Viviré en ese tonel, una temporada, con el ordenador portátil donde se irán guardando mis libros por orden alfabético.

Cuando Alejandro venga, se me presente y me pregunte qué puede hacer por mí, yo le contestaré sin más: "Apartarte un poco, me estás tapando el sol". El único problema es que tendría que asegurarme de que ese día hiciera sol. Sin eso, toda esta argumentación se vendría abajo. Imagínense qué chasco, que a Alejandro le diera por presentarse justo un día de lluvia...