sábado, octubre 08, 2011

Entrevista a Marina Fernández Bielsa



Marina Fernández Bielsa (Madrid, 1974) acaba de publicar su primera novela, "Los patos de Central Park" (Alfaqueque), donde el lector puede disfrutar del eterno dilema entre el amor y la amistad, el pasado y el presente. Puede revivir las inevitables tensiones de la melancolía y sentir la necesidad, a la vez, de volver al lugar al que perteneció y se formó como lo que ahora es, sin estancarse ni renunciar al progreso. "Los patos de Central Park" tiene un punto nostálgico y adolescente, como se desprende del propio título de la novela, homenaje a Holden Caulfield, y sin duda retrata determinadas constantes de una generación que ahora por fin parece estar alzando la voz y exigiendo su lugar en el mundo. El mismo lugar que Diana, la protagonista, se dispone a encontrar en la novela.


¿Cuándo se deshace uno por fin de la adolescencia?
-¿Es que eso es posible? Decía Max Aub: “Uno es de donde hace el bachillerato”. La etapa de los descubrimientos, de una incipiente independencia, de sentimientos y experiencias que nunca se ha tenido antes y que, en ocasiones, no se vuelven a repetir es algo que marca a cada persona. Tanto en lo positivo como en lo negativo. Por otra parte, la sociedad es cada vez menos adulta. Los cambios sucesivos y rápidos, la necesidad de adaptarse y reinventarse constantemente, el hedonismo y la inestabilidad emocional propia de la adolescencia se extiende hoy a casi todas las edades.

¿Qué tiene tu novela de terapia, un punto y aparte necesario para afrontar otra etapa de tu vida y tu carrera?
- La escritura, en general, es un ejercicio de terapia. No tanto en el sentido de volcar obsesiones o frustraciones, que a veces es algo que inevitablemente se produce, sino en la disciplina, el esfuerzo y la concentración que requiere y, sobre todo, en la evasión que supone. Mientras escribes olvidas tu mundo real, tus rutinas habituales y te sumerges en otro mundo que te absorbe por completo. Si tu vida no pasa por buenos momentos, la escritura puede salvarte de la tristeza y la soledad.

“La novela generacional” tiene grandes defensores y grandes detractores y en cualquier caso muchísimos manuscritos apilados en editoriales. ¿Es posible dirigirse a una generación sin perder de vista al resto de los lectores?
- La etiqueta de “generacional” es, en cualquier caso, un componente más de cualquier novela, no el único. Hay otros elementos que hacen que una obra interese o guste. Recrear una época común puede ser un enganche, pero debe haber algo más para ganarse a los lectores.


El otro día, un editor importante me preguntó “¿Cómo le vendo yo tu novela a mi abuela, cómo la convenzo de que le va a interesar?” Inténtalo tú con la mía.
- Podría enunciar unas cuantas frases de marketing tan en boga en el sector editorial, del tipo: “Le hará comprender mejor a su hija y a su nieta”, o “se lee de un tirón”, o “refleja la crisis de los treintañeros” o “le hará recordar un pasado reciente”. Pero lo que honestamente haría es darle a leer las primeras páginas. Si no le gustan, le aconsejaría que la dejara. La lectura debe ser siempre un placer, nunca una obligación ni un suplicio. No todas las novelas tienen que interesar a todo el mundo.

En una intervención maravillosa, Marsé declaró hace tiempo en plena ceremonia de entrega de los Premios Planeta que los jóvenes de ahora no querían escribir sino “ser escritores”, es decir, no les preocupaba tanto la calidad como la fama. Ahora que te mueves más en el “ambiente literario”, ¿cuánto crees que hay de verdad en eso?
- Jajaja, hay de todo. Pero como en cualquier profesión, imagino. Habrá quien tenga interés y vocación en lo que hace y le preocupen la calidad y el trabajo bien hecho y quien desee medrar, ganar dinero o fama, sea escritor, médico o maestro. Reconozco que los escritores, y los artistas en general, tienen un ego más sensible, se sienten valorados según el éxito de su obra. Y vivimos en una sociedad que solo parece reconocer el mérito en función de la popularidad o las ventas. Quien escribe aspira a ver su obra publicada, y una vez publicada a que se venda, y para que se venda tiene que tener “visibilidad”, es decir, publicidad. Son las leyes del mercado. Y después están las personas, y se dan combinaciones de todo tipo.

¿En qué momento de tu vida dejas atrás todos los prejuicios y los miedos y dices “soy escritora”?
- Nunca he tenido prejuicios y miedos. Simplemente escribía. Empecé con relatos cortos que enviaba a concursos. Después conocí al escritor Antonio Gómez Rufo, que prácticamente me “obligó” a escribir una novela durante los meses que asistí a su taller literario. Ese fue el primer embrión. Después le di muchas vueltas, la podé mucho y tres años después estaba lista. Mientras tanto no dejé de escribir. Abrí el blog (http://areaddescanso.blogspot.com) y empecé a participar en el Taller Literario Bremen, donde cada dos semanas se escribe y se lee un relato en voz alta que luego es comentado y analizado literariamente por el resto de los participantes.

La referencia a Salinger es constante desde el mismo título de la novela, ¿quedará Holden Caulfield como el único Peter Pan de posguerra? ¿Qué otros se te ocurren?

Consulta la entrevista completa a Marina Fernández Bielsa de manera gratuita en Literaturas.com