lunes, octubre 17, 2011

Michael Jackson, La Bruja Lola y Standard and Poor´s


Yo no sabía que Standard and Poor´s lo calificaba todo, es decir, no sabía que además de un país pudiera controlar la economía de una comunidad autónoma o de un ayuntamiento. Las agencias de calificación se van a convertir en el Google Maps del futuro y hay en ello un punto divertido, el momento en el que, como en el StreetView se nos acabe viendo a nosotros mismos pedirle 150 euros a un amigo y prometiéndole que se lo vamos a devolver a cuatro-cinco meses.

Llegará el día en el que Moody´s cumpla de verdad la profecía de Orwell y lo haga, como no puede ser de otra manera, por nuestro bien, igual que nos vigila el Hermano Mayor, para que nadie nos engañe, nadie nos haga daño. Me fascina la idea de que uno pueda reflejarse en unas letras (AA-, B+, CCC) igual que se mira en un espejo o va a que le echen las cartas. Mucha gente cree que las agencias van a acabar con la economía mundial pero en realidad yo creo que van a acabar con la Bruja Lola o al menos a sustituirla.

En cuanto solventen lo de la impotencia, dejan en el paro incluso al Maestro Sharif.

Hay una necesidad de etiquetar todo que me recuerda a Michael Jackson en aquel demoledor reportaje, su paseo por una especie de "Todo a cien" de lujo comprando jarrones al peso mientras preguntaba al aire: "¿Esto lo he comprado ya o no?" Yo me imagino a los inspectores de Fitch así: ensimismados, dos palmos sobre el suelo, recién salidos de un chute de Propofol, deambulando por las ciudades y mirando alrededor: "¿Esto lo he calificado ya?, ¿Sí?, ¿qué letra le puse?"

Las agencias de calificación podrían ser perversas pero en realidad son estúpidas. O nos delatan como estúpidos, más bien. Me recuerda a la teoría de Jordi Sevilla en su panfleto "para desbloquear España":  los mercados no hunden países, solo detectan los países hundidos para cebarse en la carroña. La comunidad de Madrid pasa de AA a AA-, la ciudad de Barcelona lo mismo. No hay noticias sobre la calle Churruca y no sé si me alegra o me preocupa.. Igual nos dan por perdidos o al contrario, igual la calle Churruca aún no se ha hundido lo suficiente como para que los buitres sobrevuelen.

Ni idea. Vivimos en un mundo histérico, eso está claro. No sé si siempre ha sido así, pero yo no me he dado cuenta hasta hace poco, cuando me convertí, a lo Donald Sutherland, en uno de ellos. Un mundo histérico y estúpido donde vivimos pendientes de lo que unos cocainómanos que mezclan lo peor de Michael Jackson y Aramís Fuster nos predicen nuestros fracasos. ¡Y les creemos! Supongo que el histerismo obliga a creer en algo y todo es tan sencillo como eso: supervivencia.

Le leí a Bauman en una entrevista que el estrés cuesta más millones de dólares en bajas laborales que todas las demás enfermedades juntas. Inmediatamente, Moody´s bajó su calificación con perspectiva negativa. ¿A quién se le ocurre decir esas cosas? Para saber lo que es el estrés tendríamos que pararnos a pensar. Tendríamos que dejar de tener estrés, en definitiva. Es lo que tienen los círculos viciosos. El otro día le dije a un amigo, en el Malaspina, donde solo llevo mujeres pero a veces hago excepciones: "Yo necesito que alguien ponga orden en mi vida... en todos los sentidos". Creo sinceramente que es verdad pero igual simplemente estoy fallando el objetivo y empeñándome demasiado en novias imposibles y agentes literarios.

Igual bastaba con que un ejecutivo echara un vistazo y pusiera una nota. Ardo en deseos de que me califiquen, en serio. Hemos agotado todos los chistes posibles al respecto pero aún nos quedan los chistes de la resaca, los del día después, los de "¿te acuerdas cuando dijeron que Grecia... jajajaja?" No sé hacia dónde vamos pero sé quién nos está guiando y no invita al optimismo. Mientras, queda el calor de octubre en un verano eterno, las llamadas perdidas y un dormirse por cada esquina esperando que alguien te recoja como un mueble usado. Queda el "arriba y abajo" que me criticaba el otro día una chica preciosa -otra chica preciosa- sin saber que yo le contestaría de inmediato que eso, desde hace muchos años, "es mejor que la tristeza".