jueves, diciembre 01, 2011

La entrevista en Radio Vallekas


Y llegan los últimos cinco minutos. Solo cinco minutos, en una cuenta atrás que se consume en el reloj de la emisora. Hasta ahora hemos hablado de deporte, de los noventa y de mujeres. "Nunca he sabido si el pagafantas soy yo o las pagafantas son ellas", digo en un momento dado mientras actualizo la página del ordenador, mirando estadísticas de la Supermanager. A Pepón le fascina mi estética de perdedor y yo sugiero que quizá solo sea eso, estética, y actualizo, actualizo... Suenan Offspring, Robbie Williams, Beastie Boys, Frank Sinatra, Sammy Davis Jr... y siguen las preguntas sobre mis fracasos.

"Quizá no cuento todos mis éxitos", dejo caer, porque podría ser verdad. "Publiqué un libro del que todo el mundo sacó la conclusión de que yo era un follarín de primera y probablemente eso tampoco fuera cierto. Puede, simplemente, que ahora mismo todo ese rollo me aburra y ya está". Es obvio, cuantas menos expectativas pongas sobre ti, más relajado vas a estar, tiene sentido. La narrativa se descompone en la narrativa y Pepón sigue pinchando canciones mientras el Atleti se adelanta en el Bernabéu.

Pregunta por el campeón de la Copa de 1997, el de la Copa de 2002, el de la Champions de 1992. Acierto todas las respuestas. Él me pregunta cómo compatibilizó la obsesión con el fútbol con ligar, dando por hecho que, cuando ligo, yo me hago el interesante y cito a Nietzsche y juego a ser un chico escritor. Ya no más. Me aburrí enormemente de eso. Cuando ligo acabo hablando de fútbol, todo redunda en el mismo lugar. Por eso no ligo. No tengo ningún interés en venderme.

Actualizo y cantan los Who. Quedan cinco minutos, luego tres. Hay tiempo para solo una pregunta, muy breve. Pepón dice que no ha encontrado la respuesta en ninguno de mis blogs. A Pepón no le gustan los 90, le parecen aburridos. Estoy de acuerdo, pero yo soy los 90, no pude elegir. Cosas que uno no puede decidir por sí mismo: la familia y la década de su adolescencia. Pepón me pide que sea muy directo en la respuesta, muy breve, y yo no sé por dónde va a ir la cosa y lo de ser breve me molesta porque yo soy un conversador de primera, un hombre que acumula digresiones.

La pregunta es: "¿Quién es la Chica Langosta?" y de repente me doy cuenta de que es la tercera vez en poco tiempo que me preguntan eso y que quizás haya convertido a la Chica Langosta en un personaje, alguien atractivo, cuando el que pretendía ser atractivo era yo y mi fascinación ensimismada. La Chica Langosta, la Chica del Nombre Langosta, el momento en el que te das cuenta de que un nombre, solo un nombre, aunque con distintas representaciones va a arrasar tu vida sentimental como una plaga de langostas dejándola completamente devastada. La primera chica del nombre langosta. La chica langosta.

Lo explico. Brevemente. Cuento lo del nombre pero no digo el nombre. No quiero decir el nombre. "La chica langosta está casada y con un niño". Eso también es mentira: la chica langosta no existe. Existe alguien que en su momento fue objeto de fascinación pero que no se sentiría identificada por nada de lo que yo cuento. Alguien a quien, en cualquier caso, no quiero identificar. "Sentiría un pudor tremendo si supiese que estoy hablando de ella, me sentiría muy culpable". Yo nunca hablo de otras chicas, la gente cree que hablo de otras chicas pero en realidad yo solo hablo de mí. Lo dejo claro desde el principio: este no es el mundo según su representación, este es el mundo según mi voluntad.

"Un pudor tremendo", eso es lo que digo, creo, y entonces suenan los Pixies. "Here comes your man". Yo digo que es una canción que detesto precisamente porque es divertida y Pepón despide el programa, nos damos la mano y le digo entre risas "has estado a punto de meterme en un buen follón, si hubiera habido tiempo para pinchar la siguiente canción me hubieras metido en un buen follón" y sonrío y él sonríe porque entiende y nos despedimos de los chicos que hacen el programa después y el Madrid remonta, como siempre, y los Scissors Sisters siguen congelados en la lista de reproducción, esperando un momento mejor, un momento, quizá, menos pudoroso.