martes, diciembre 06, 2011

Vetusta Morla, Zahara, Hugo Serra, Bubok, Pablo Aragües... en Zona de Obras


Ya está a la venta el número de otoño de "Zona de Obras", con el reportaje "Más allá de los intermediarios", para el que conté con la colaboración de los invitados de lujo que se apuntan en el título del post. Os dejo un avance, el resto me temo que tendréis que encontrarlo en la propia revista, que se puede comprar en este enlace.


Toda creación es la comunicación de un sentimiento o una idea a alguien indefinido que vigila desde algún lugar. Si la creación –sea audiovisual, literaria o musical- solo tiene como objeto satisfacer el propio ego, no hay problema alguno. El problema es cuando la intención es contar algo a los demás, ahí necesitamos gente que nos ponga en contacto, eso es inevitable. Lo que va cambiando con los tiempos y las tecnologías es el número de intermediarios y su grado de participación en la obra.

En un principio, el músico tocaba directamente su partitura frente a una audiencia mayor o menor, el escritor encuadernaba su obra y la vendía con distinto éxito en librerías o directamente las pasaba de mano en mano, y el director de cine era su propio proyeccionista, mostrando a obreros saliendo de fábricas o a trenes invadiendo la pantalla a gran velocidad. Con los años, obviamente, todo eso tuvo que canalizarse mediante una serie de organismos que se dieron en llamar “industria”.

¿Cuál es el problema actual? Esas tres industrias, es decir, la discográfica, la audiovisual y la literaria están al borde del colapso. Especialmente las dos primeras. Hablar aquí de Internet sería una tarea larga e imposible. Lo que nos interesa es qué puede hacer el creador frente a esa industria que aparece como un enorme monstruo dispuesto a devorarlo pero que en muchas ocasiones no es más que un gigante con pies de barro.

Aquí hablaremos de una serie de creadores que han decidido saltarse parte de ese Leviatán y tomar ellos mismos el control de sus obras. Por supuesto, siempre hará falta una distribuidora, una productora o un cine donde proyectar las películas. Saltarse intermediarios no significa prescindir por completo de todos ellos. Eso sería muy absurdo: incluso para comprar pescado, irremediablemente, necesitamos al pescadero.

El caso es que cada vez con más frecuencia, el artista está apostando por tomar él las riendas de su obra, cansado de negativas, abusos, contratos leoninos, distorsión absoluta de su obra… y de perderse intentando negociar con cuatrocientos departamentos distintos dentro de su discográfica/editorial/productora. La base de las actividades que éstas han realizado en exclusiva y de forma casi asfixiante durante las últimas décadas, es decir, la promoción, la distribución y la creación de un formato, pueden ahora quedar bajo el control del creador.

Eso multiplica las posibilidades creativas, multiplica los ingresos si la cosa va bien… pero también supone una apuesta muy valiente y que pocos se han decidido a asumir. Trabajar al margen de la industria supone colocarte en una posición de “paria” y te obliga a unas responsabilidades contables, financieras, legales… que pueden llegar a agotarte. ¿Merece la pena ese esfuerzo a cambio de ver tu obra tal y como tú la quieres en manos de quién tú la quieres sin “intoxicaciones” por el camino? Eso es lo que trataremos de descubrir a continuación.

El milagro Vetusta Morla

“Si hubiéramos hecho caso de todo lo que nos decían, aún estaríamos haciendo maquetas y pasándolas por discográficas”, resume Guillermo Galván, de Vetusta  Morla, al hablar de la decisión de ir por su cuenta, montar su propio sello discográfico, buscar una promotora (La Fábrica de Chocolate) un buen jefe de prensa como Pablo Camuñas y su empresa Promociones sin Fronteras, y una distribuidora potente que creyera en el proyecto como PIAS.

El caso de Vetusta Morla no es el único pero es paradigmático...


Consulta el resto del reportaje en la revista Zona de Obras.