lunes, febrero 06, 2012

Promoción fantasma


El objetivo del cine español debería consistir en presentarse como un restaurante con suficiente variedad de platos como para satisfacer cualquier paladar. Eso no quiere decir que haya que abandonar el costumbrismo ni la guerra civil desde la mirada del niño inocente, sino que conviene ampliar el menú si quieres sobrevivir como industria.

Asumir, sin más, que lo "comercial" es "malo", como se sigue haciendo en determinados debates es absurdo. "Promoción fantasma" es un ejemplo, con su más de medio millón recaudado en el primer fin de semana. De acuerdo, el cartel es mejorable, pero estamos ante una película muy divertida, con un guion sólido y dos intérpretes sobresalientes: Raúl Arévalo y en especial Alexandra Jiménez, que está para cosas serias. Unan a eso a un Carlos Areces comedido y a un Joaquín Reyes en su salsa, más el siempre cumplidor Luis Varela, recuperado para la actuación de la mano de Camera Café en un acierto histórico, y tenemos talento de sobra.

Lo curioso de la película es que uno puede pensar que el público objetivo son los adolescentes pero la gran mayoría se sentirán perdidos al poco de entrar en la sala. "Promoción fantasma" es un revival de los 80 que ya quisiera para sí "Super 8". De entrada, los protagonistas rondan todos la treintena, la música nos lleva tres décadas atrás y la base del argumento es un homenaje extrañísimo a "El club de los cinco" con determinados guiños esporádicos a películas como "Regreso al futuro".

Un deleite para la generación chanante, más que para adolescentes hormonados. Ni se ve una teta, ni se insinúa. Las armas son otras.

Con su punto de instituto privado, chicos uniformados al estilo de un "Sufre mamón" cualquiera, "Promoción fantasma" recrea aquellas películas de "serie B" de nuestra infancia que, a partir de casi nada, nos hablaban de lo de siempre: amistad, amor, camaradería, compromiso... Damos mil vueltas para acabar en "Los Goonies", esto es así. No sé hasta qué punto será una película apreciada por las nuevas generaciones, hay demasiadas claves que se pierden, pero incluso las bromas privadas pueden hacer gracia si están bien contadas. El marketing desde luego lo ha apostado todo a la doble carta: una gran campaña que parece llamar a los noventeros y un producto que nos encantará a setenteros y ochenteros, provocando un inevitable "boca a boca".

Es un poco decepcionante la distribución de la película, al menos en Madrid. Esa manera de arrinconar la película en centros comerciales de las afueras y alguna sala elegida en el centro. "Promoción fantasma" podría estar en los Ideal o los Princesa, hay mil películas extranjeras peores y más groseras que ocupan esas salas. De hecho, lo agradable de la película es su buen gusto. Un humor sin estridencias. Libérense de prejuicios: no es ninguna "españolada". Al contrario. Es la manera de demostrar que se puede hacer comedia española contemporánea utilizando los recursos de la americana de hace 30 años. ¿Llegamos tarde? Sí, como siempre.

Pero llegamos, que ya es algo.