lunes, mayo 28, 2012

Vargas Llosa, Krugman y el apocalipsis escacharrado


Entiendo que todos sabemos en qué consiste el juego del teléfono escacharrado: una frase se va pasando de boca a oreja cada vez más deprisa de manera que, cuando la rueda de susurros llega al final, la frase se ha convertido en otra cosa completamente diferente a la original. Si tienen Internet y leen determinados diarios digitales, verán que es una costumbre muy habitual en el periodismo contemporáneo: tú di lo que quieras, que yo lo interpretaré y lo venderé como me dé la gana.

Al respecto, cada día tenemos muestras sobradas del abismo entre los titulares y la realidad. Sin ir más lejos, recientemente salieron unos entrecomillados de Cristiano Ronaldo diciendo que el Real Madrid era mejor que el Barcelona y que él era mejor que Messi… acompañados de un vídeo en el que se podía comprobar que no había dicho nada de eso o desde luego no de esa forma rotunda. Mucho más grave me parece el siguiente caso, que va más allá de una mala praxis periodística y toca de lleno a analistas e intelectuales que, se supone, no caen en trucos sensacionalistas para vender sus opiniones.

Se trata del “corralito” de Krugman. La noticia en cuestión, llegada de agencias, decía que Paul Krugman, Premio Nobel de Economía en 2008, pronosticaba un “corralito” en España. Fijémonos en tres términos clave: el primero, “Premio Nobel”, es decir, una percha de autoridad para dar valor al predicado; el segundo, “pronosticaba”, que, unido al primero, nos hace pensar en una evaluación seria y científica de la situación… y por último, “corralito”, que nos remite inevitablemente a las imágenes de familias desesperadas golpeando las puertas de los bancos argentinos, incapaces a su vez de absorber la demanda de retirada de dinero tanto en pesos como en dólares.

El titular se podría resumir en “Un experto dice que vamos a morir todos” y nos habríamos ahorrado muchos caracteres.

Yo no sé de economía, así que no le di un especial valor a la noticia. Sí me chocó que Krugman hablara de “corralito”, un término tan castellano, y me fui a su blog, de donde había salido el artículo, para ver cómo traducía la palabra al inglés o si la mantenía en su idioma original. Vicios de profesor. Lo que me encontré fue una breve entrada, encabezada por un “hemos estado dándole vueltas al asunto” más coloquial que científico y que enumeraba posibles pasos en la crisis del euro: la salida de Grecia más o menos inmediata, la retirada de dinero de bancos españoles e italianos rumbo a Alemania y… “quizá, solo como una posibilidad, controles de facto que impidan a los bancos transferir dinero al extranjero o que limiten la cantidad de efectivo que se pueda retirar”.

Creo que entre “pronosticar” y decir “quizá, solo como una posibilidad” hay una enorme diferencia. La misma que hay entre “corralito” y “límites en la retirada de efectivo en algunos bancos”. Krugman solo apunta esa eventualidad en el caso de que el BCE no inyecte dinero a los países miembros comprando deuda, cosa que no debe de ser tan disparatada cuando el propio Rajoy lo está pidiendo. En ningún momento se menciona Argentina, ni la palabra “corralito” ni hay nada parecido a un análisis serio de la cuestión con comparaciones en cifras. Nada. Cuando Krugman escribió ese post —ni siquiera artículo, “post”, recuerden: “Hemos estado dándole vueltas…”- no estaba pensando en Argentina ni tenía en cuenta la paridad dólar-peso, los problemas de la devaluación, el diferente origen de los ahorros…

Todo eso podría tenerlo en cuenta el redactor que lanzó la noticia, pero estaba demasiado ocupado en vender el apocalipsis como para caer en detalles. Es más, la “noticia” no solo ocupó portadas de todos los periódicos digitales sino que sirvió para unos cuantos artículos de opinión que atizaban a gusto a Krugman por comparar ambas situaciones. Lógico, por eso mismo no las había comparado. El despropósito llegó a su punto más preocupante cuando el mismísimo Vargas Llosa escribía en “El País” un largo y brillante artículo que no dejaba pasar la oportunidad desde el segundo párrafo de repetir que Krugman creía que en España iba a haber un corralito.

Yo entiendo que uno no puede estar a todo y que bucear por hemerotecas para buscar fuentes directas a veces es tedioso, pero mirar en un blog de Internet que está abierto al público en el New York Times… ¿Es tan complicado? Desconozco el valor de las profecías de Krugman pero me asusta el nivel del análisis perezoso, más cuando se extiende a las cumbres de nuestra intelectualidad. En cualquier caso, si quieren seguir leyendo sobre el fin del mundo, no se preocupen, la semana que viene tendrán otro titular a mano.

Artículo publicado originalmente en el diario El Imparcial, dentro de la sección La Zona Sucia