domingo, septiembre 30, 2012

Pinone, Russell y Winslow, cuando el baloncesto era otra cosa



John Pinone cogió un avión y se plantó en Madrid. Su carrera en la NBA había acabado casi antes de empezar, como sucedía con tantos y tantos proyectos universitarios. Hablamos de los tiempos en los que no había 30 equipos profesionales sino apenas 23 y por lo tanto muchas menos plazas para los jornaleros que no se adaptaban rápidamente a sus nuevos entrenadores. Pinone había sido algo parecido a una celebridad como universitario, de manera casi incomprensible: apenas rebasaba los dos metros pero jugaba de pívot en la Universidad de Vilanova. El baloncesto universitario no tiene demasiado que ver con el de la NBA y muchos jugadores, especialmente blancos, lo notan. Aquel fajador que fuera el máximo anotador de su equipo ya desde el primer año, llegando a ser seleccionado en el tercer mejor equipo universitario y ganándose una plaza en el Mundial de Cali de 1982, apenas duró siete partidos en la NBA con los Atlanta Hawks.

Después de medio año en la CBA, comprendió que su futuro y su dinero pasaban por Europa, que rebañaba ansiosamente todos los descartes americanos, porque generalmente el nivel de cualquier descarte ya servía para que el equipo girara a su alrededor. Eso, ahora mismo, sería inconcebible y, de hecho, el proceso ha dado la vuelta: son los europeos los que llenan Estados Unidos con proyectos de jugadores que en ocasiones apenas si han debutado en sus ligas nacionales.

El caso es que ahí estaba Pinone preguntándose qué sería de su carrera profesional, si tendría el más mínimo éxito en Europa y qué era eso de Estudiantes, cuando al llegar al aeropuerto de Barajas, le recogieron y le llevaron al Magariños para que charlara con Paco Garrido, el entrenador, y conociera a sus nuevos compañeros. Entre ellos, llegado del Joventut después de que en Badalona no se acabaran de fiar de sus condiciones físicas, un espigado estadounidense llamado David Russell… a quien Pinone conocía perfectamente, no en vano Vilanova y Saint John´s eran rivales habituales.

Corría la jornada número tres de la temporada 1984/85 y el Estudiantes venía de estar a un partido del descenso, salvado por un inmenso Pedro Rodríguez y un genial Terry Sttots en el agónico segundo partido de play-off en Huesca. El primer encuentro que le tocó disputar a Pinone fue contra el Real Madrid. Por supuesto, ganaron los blancos, la norma en la época, pero el binomio perfecto ya estaba formado: Russell-Pinone, el espectáculo y la constancia, la magia y la inteligencia.

El equipo acabaría con 20 victorias y 13 derrotas, clasificado para play-off. Su rival en cuartos de final fue el Real Madrid, de nuevo. Por tocar las narices, les llevaron hasta el último partido. Una vez hecha la travesura, perdieron 116-98.

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