miércoles, marzo 06, 2013

La muerte de Hugo Chávez



En el telediario del mediodía daban unas imágenes del hospital militar donde presuntamente seguía ingresado Hugo Chávez. Para esa hora, el presidente venezolano ya estaba muerto, pero da igual: lo que me chocó seguirá ahí, seguro, la valla publicitaria en lo alto del recinto con la foto del propio Chávez sonriente y la proclama "¡Salud o nada!" escrita en letras enormes junto al nombre del hospital.

Salud o nada.

Para mí el régimen de Chávez se resume en esa frase, en la necesidad de construir frases rimbombantes que no significan nada. Supongo que en algún momento alguien querría poner "salud o muerte" pero en un hospital la cosa quedaba rara. Chávez y su "revolución bolivariana" que aún no sabemos qué tiene que ver exactamente con Simón Bolívar, su idolatrado y bien burgués Simón Bolívar, influido por los liberales franceses y españoles. Todo en Chávez era retórica y retórica agresiva. Populismo, dicen, pero más que populismo, personalismo vacuo. Casi todo se lo robó a Fidel Castro o al Che y no estoy nada convencido de que "uniera a América Latina en una misma retórica populista". Lo que hicieron los Evo Morales, Correa, Kirchner y compañía es copiar el discurso de Castro y el Che pero pasando por el filtro Chávez.

En Chávez había una mezcla de indigenismo, teología de la liberación, socialismo, militarismo chusco y hombre de espectáculo que nos puede recordar a la vez a Ellacuría, a Fidel, a Pinochet y a Berlusconi o nuestro Jesús Gil. A su alrededor creó algo parecido a una ideología que consistía en "lo que el comandante diga". Pura estética vacía. Lo que han sido los años del chavismo se podrá evaluar más tarde, cuando venga algo distinto. La principal crítica que se le hace no es tanto de eficacia como de método: Chávez era un dictador, según sus detractores, y era un presidente democráticamente elegido, una vez tras otra, según sus partidarios.

Lo curioso es que ambos tienen razón: Chávez no abjuró nunca del método democrático a la hora de presentarse a las sucesivas reelecciones. Con los años, sus campañas fueron cada vez más intimidantes e incluyeron la participación del ejército y guerrillas creadas solo "para defender la revolución" aparte del control de los medios que suponía cerrar buena parte de los que le llevaban la contraria... pero sí, en Venezuela había constitución, parlamento y elecciones. En las últimas, Capriles pudo haberle vencido pero no lo hizo, no le votó suficiente número de gente y a menudo las críticas obvian eso: el respaldo popular de Chávez -merecido, inmerecido, ganado mediante el matonismo o no- es inmenso en Venezuela y especialmente en las zonas rurales, que le veían como a un caudillo protector.

Otra cosa es que Chávez fuera un presidente más, que no lo era, ni lo pretendía ser. Su proyecto era sectario, personalista, excluyente y en ocasiones delirante. Creo que nunca lo ocultó. Su forma de hacer política era la de un sargento fortachón en el cuartel. ¿Cómo es posible que un tipo así se hiciera con un país y "encabezara" un movimiento continental llenando a su vez portadas de todo el mundo con su palabrería? No lo entiendo. Lo que más me importa de Chávez es lo que Chávez implica: la mediocridad. Una mediocridad aplaudida o discutida en todo el mundo. Una mediocridad gregaria. Culto al líder. Grupos armados de combate. En definitiva, fascismo.

El éxito global de Chávez dice más sobre el resto del mundo que sobre él mismo. Que estemos siquiera perdiendo un minuto en valorar las acusaciones de Maduro sobre envenenamientos de la CIA e historias es ridículo. El propio Chávez ya lo había dicho antes, hace un año o así, cuando Lula también enfermó. Repetir al vocero te convierte en un vocero, aunque sea para rebatirle, así que permítanme que deje esto aquí antes de que alguien me acuse de jugar a Epiménides, el cretense. Y ya saben, "salud o nada", amigos.