sábado, abril 27, 2013

Crematorio


Me he enganchado a "Crematorio" y quiero ser Pepe Sancho ahora que Pepe Sancho está muerto. Lo único que me molesta es la cantidad de escenas en las que uno de los participantes se va muy digno dejando al otro con la palabra en la boca. Creo que hay tres o cuatro por capítulo. Probablemente eso en literatura funcione mejor; cuando uno lo ve, cuesta creerse que alguien pueda marcharse sin más de en medio de una discusión después de haber sentado cátedra y los demás se queden ahí tan tranquilos, incluso con ganas de aplaudir al guionista.

Lo increíble de la serie es que consigan que sientas empatía por el malvado constructor. Sé que no es la primera serie en la que el malvado es el héroe, pero no es lo mismo un mafioso de Nueva Jersey que un constructor de Valencia, una alcaldesa corrupta, un concejal de urbanismo con pieles de oso en su mansión... Todo nos pilla demasiado cerca y sin embargo, como españoles, les deseamos la mejor de las suertes. Que sus engaños lleguen hasta el fin y podamos seguir soñando con ser como ellos mientras nos llevamos las manos a la cabeza durante el Telediario.

Sábado por la mañana en Planetario. Suena por algún lado "Nothing compares 2U" y yo pienso en "Love, thy will be done", la canción que le regaló Prince a Martika cuando Prince le regalaba canciones a todo el mundo. Eran tiempos felices. Conocí a una chica a la que llamamos Martika. Conocí a una chica a la que llamamos La Orca. No sé cómo nos llamaban ellas a nosotros, quedábamos en casa de Melo y pasábamos ahí la madrugada, a menudo charlando, sin más. Noches de Pachá y Ku y Cherry-Cola.

El jueves me pasó algo raro: estuve en el concierto de Tucan Morgan -eso ya lo saben- y me tomé una copa. Nada espectacular: un whisky con coca-cola, lo de siempre. El caso es que, como luego me fui corriendo y con la copa a medio terminar, había olvidado que el whisky seguía en mi cuerpo y sobre todo en mi cerebro. Lo había olvidado porque, sinceramente, no se notaba en nada: llegué a la COPE y nada. Usé un ordenador y nada. Hablé con Lartaun un buen rato de manera coherente y ni una señal del whisky. Todo hasta las 02,47, que empieza a sonar el "Perfect Day" de Lou Reed para anunciar el Tour de Perico de 1988 y me entra una sonrisa tonta, una sonrisa de niño malo y entonces caigo en que no es que esté de buen humor sino que se me ha ido a subir la media copa dos horas más tarde y hago esfuerzos por no reírme, por no decir en antena: Perico, Tour 1988, Probenecid, Perfect Day, ¿lo pilláis? ¿Lo pilláis cuando suena "The needle and the damage done"? ¿De verdad hace falta que meta la banda sonora de Trainspotting para saber de qué estamos hablando?

¿De qué estamos hablando?

La mañana sigue mientras leo "Perdida", un libro que me mandó Random House hace tiempo y que no he podido leer hasta ahora por razones obvias. Tiene buena pinta. Salen escritores y en las fiestas ponen "Take me out", de Franz Ferdinand. Deja de sonar Sinead O´Connor y llega el silencio. La Chica Diploma tiene mi iPad. En tres semanas -algo menos- cumplo 36 años, signifique eso lo que signifique. Me quedan nueve años para seguir siendo "un joven escritor" pero creo que debería ir dándome algo de prisa. En Twitter hablan de los premios del Festival de Málaga y sigo pensando que lo ideal sería estar ahí y que es bueno que haya un festival con suficientes premios como para que todo el mundo gane algo. Incluso Mario Casas.