viernes, abril 26, 2013

Tripping



Más canciones: esta mañana en Twitter se pedían discos de 1991-92 y yo, en mi habitual torpeza, propuse uno de 1993. El "Modern life is rubbish" de Blur. Aún nadie me ha desmentido pero lo harán pronto porque basta con mirar en la Wikipedia y comprobar que "Popscene" salió en 1992 pero el disco como tal es del año siguiente, empezando por una de las canciones más bonitas que he escuchado nunca: "For tomorrow". Cuántos sueños prometía "For Tomorrow" cuando yo tenía 16 años, creía ser ese chico del siglo veinte y tarareaba con mi hermano, con Jorge Tomasi, con Rafa Díaz, con todos los chicos pop del Ramiro de Maeztu, el "la la, la la la, la la la la la la la la la" del estribillo.

Dicen que Damon Albarn despreciaba Estados Unidos y su cultura o por lo menos despreciaba muy concretamente el grunge y que por eso Blur no triunfó en América. Lo chocante es que triunfara tanto en mi instituto y no lo hiciera siquiera en su país. El disco llegó a un modesto número quince en ventas y eso fue todo. Hay pocos discos pop más infravalorados que el "Modern life", que no solo incluye canciones adolescentes gamberras sino la también esperanzadora "Starshaped" -que daba nombre a un VHS que me compré como buen fan- y esa maravilla llamada "Miss America", ideal para canturrear lánguidamente desde el estadio de El Sardinero a la casa de mi padre cerca del Ayuntamiento de Santander después de que el Racing ganara 2-0 al Madrid de Valdano.

Y es que por entonces, a los 18 años, yo hacía esas cosas: cogía un autobús cargado de cintas de dEUS y me iba un fin de semana a Santander a ver el fútbol y a mi padre, quizá, desgraciadamente, por ese orden, y luego buscaba cabinas de teléfono -no habia móviles- donde localizar a T. y decirle "estoy perdido, estoy exactamente en el mismo sitio que hace un año pero sin ti... y por lo tanto perdido". La chica del siglo XX que se preocupa de que su chico no se ponga malo otra vez, que no se agobie, que no se angustie. Los años sin ansiolíticos.

Ayer, en el concierto de Tucan Morgan o quizás antes -o quizá después- pensaba en aquella frase de Gandhi que luego tomó prestada Robbie Williams en una de sus canciones: "First they ignore you, then laugh at you and hate you, then they fight you... then you win". A mí me gusta más cuando la dice Robbie Williams porque me la creo más, en Gandhi todo me parece impostado, me lo imagino tocando el piano y mirando intenso a la cámara mientras la Yoko Ono de turno, cualquiera de las múltiples Yoko Ono con las que compartía cama, le iba abriendo las cortinas para que la luz entrara.

Robbie Williams se limita a ser un borracho y un decadente, o a parecerlo al menos, y, estéticamente, lo prefiero.

Volviendo a la canción -o a la frase- me venía a la cabeza la posibilidad de que ese fuera mi momento actual o que fuera un pequeño resumen -una aproximación más bien- de todos estos años: a todos, al principio, nos ignoran, por decreto. Más si hemos nacido a finales de los 70 o a principios de los 80. Luego empiezan a fijarse en ti y no necesariamente a despreciarte pero sí a tratarte con cierta condescendencia. En un momento dado, puedes tener una época de pequeño esplendor, de publicar en dos o tres sitios y que cada cosa que hagas sea la leche, aunque no lo sea ni de lejos. Pero todo eso no vale de nada si al final alguien no coge y te pone en su sitio. Quizás, efectivamente, no ganas hasta que alguien te ataca. Necesitas el ataque, el freno, la realidad. Es bueno que surjan dudas. Yo, ahora mismo, necesito dudas porque quiero cambiar cosas y, ¿cómo hacerlo sin ningún feedback? Puede que ese sea el momento y haya que dar un paso atrás para volver con más fuerza. Asumir que no eres tan bueno. Que los demás lo asuman también y no nos creemos burbujas.

Benedetti lo llamaba "simulacros". Eran otros tiempos.

Y así, "tripping", es decir, "trastabillándome", salgo del Café La Palma, hablo de Perico Delgado y su Tour de 1988 en la COPE eligiendo una banda sonora de lujo que casi me provoca una carcajada desde los primeros acordes y vuelvo a casa en un taxi de madrugada, que es algo también muy decadente, ansioso por que llegue la mañana, vuelva a ver a mi novia, me coma el pollo con patatas que me ha hecho en señal de amor eterno, y me trague en el Yomvi otro capítulo de "Crematorio", esa serie en la que los actores no sobreactúan, en la que la trama no es una gilipollez compuesta a base de chistes propios de Benny Hill y los protagonistas no tienen que poner mil caras y mover los brazos como espantapájaros taquicárdicos.

Una serie española que no es para adolescentes ni para pensionistas. Una serie para treintañeros, cuarentañeros, con el único problema de que Pepe Sancho está tan bien que se come a todos los demás. Excepto, quizás, a Alicia Borrachero. Comerse a Alicia Borrachero es muy complicado y si alguien podía hacer de hija de Rubén Bertomeu, si alguien era creíble como portadora de sus genes, sin duda era ella.