viernes, junio 14, 2013

Enric González, Hannah Arendt y una entrevista deliciosa


Semana extraña. Como última semana de clases y primera de vacaciones, al menos, extraña. Libros y películas. Quería comentar algo extenso sobre "Memorias líquidas", el libro de Enric González que edita JotDown, la revista donde escribo, pero no creo que tenga el talento suficiente para ello así que lo resumiré todo en un "Me encantó". Si uno lee "Vida de escritor", de Gay Talese, y aprende lo que fue el periodismo en Estados Unidos en los años 50, 60 y 70, y luego lee "Memorias líquidas" para descubrir lo que era el periodismo en España -al menos en "El País"- en los años 80 y 90, el sentimiento es de una desazón y una melancolía tremendas. No queda nada. Los que llegamos tarde, con el "puntocom" y el todo gratis, solo podemos encogernos de hombros ante el mero concepto de "viajes pagados", "nómina puntualmente pagada", "corresponsalía" y un largo etcétera.

La decadencia del oficio, la mediocridad de una industria de becarios que ya no cobran sino que pagan por sus prácticas, la instalación en el discurso cómodo, vago, panfletario... y la aceptación de eso por parte del público, que es el único que podría pararlo, nos ha dejado un periodismo de barra de bar, un periodismo de partido, de club, de Mourinho o contra Mourinho, es decir, cualquier cosa menos periodismo. Propaganda, quizá. Puro y duro vociferio de borrachos en demasiadas ocasiones. "Cada mesa tiene que ser un Vietnam", dice Enric en el libro, propósito que no queda claro si él cumplió a rajatabla pero eso da igual porque no vivimos para dar ejemplo, vivimos para luchar contra la tensión de saber lo que tienes que hacer y darte cuenta de lo que puedes hacer y tomar decisiones lo mejor que uno puede.

Porque al final lo que queda de ti, aquello por lo que la gente que te conoce de verdad te recordará, se define en cuatro o cinco decisiones en la vida. En medio quedan miles de pequeñas decisiones que nos llevan hasta allí, pero no se pierdan: ni trabajos, ni firmas, ni discos, ni éxito de ningún tipo... Por lo que nos recordarán es por esas cuatro o cinco decisiones que más nos vale tomar bien o al menos tomar con toda la seriedad posible porque lo que está en juego es lo que queremos ser y cómo queremos que el mundo alrededor nuestro sea. No digo "el" mundo, digo "nuestro" mundo, ojo.

Sin heroísmos, por favor.

Contradicciones. Tensiones. Por ejemplo, Hannah Arendt en la cama de Martin Heidegger. Estuve viendo la película de Margarette Von Trotta en el Festival de Cine Alemán. No estaba mal. Básicamente la película se centra en el juicio a Eichmann, el famoso libro de Arendt y la reacción indignada de un sector de la comunidad judía. De vez en cuando el flashback de turno a Heidegger, que, por la virulencia de su obra, se lo quiere imaginar uno como un Fassbender y resulta que lo pintan como al verdulero del barrio de Amélie, con su bigotito y su tripa enorme. Por lo demás, interesante. Todo un poco por encima, rápido, lo habitual de un "bio-pic", pero si sirve para que alguien lea el libro, bienvenida sea la velocidad.

Por lo demás, un poco lo de siempre: un jueves de preparativos extenuantes de boda, ataques de ansiedad en Manuel Becerra, comidas con actrices y una deliciosa entrevista con Himar Ojeda, director deportivo de Estudiantes, un tío calmado, sincero, encantador, que se merece mucho en el mundo del baloncesto y sin duda lo tendrá porque ya está en el camino. Esas son mis semanas: culturetismo y deporte. La derecha Jotdown, supongo. Solo que yo sí me caso, es lo que le decía a mi tío. Si eso me hace más conservador o más progresista, supongo que tendrá que determinarlo Quique Peinado.