lunes, julio 01, 2013

Brasil 3- España 0 Conclusiones sobre la Copa Confederaciones


Después de cuatro años soportando críticas por utilizar un doble pivote en apariencia redundante, Vicente del Bosque decidió afrontar la Copa Confederaciones con un solo medio centro defensivo, un organizador y otro transformado por necesidades del juego en media punta. Los resultados dejaron que desear: una selección que se caracterizaba por su solidez defensiva y sus victorias 1-0 permitió una serie de partidos de ida y vuelta que se asemejaban demasiado a los del Barcelona de esta temporada y no por casualidad.

En cualquier caso, está bien experimentar y si Del Bosque tenía que hacerlo, bueno era que lo hiciera en un torneo sin aparente importancia. Esta Copa Confederaciones tiene que servir para pulir cuestiones tácticas, de convivencia en el grupo... y para pasar por la experiencia de un Maracaná lleno, sobre-excitado desde el primer minuto y con un grupo de jugadores delante completamente enloquecidos, furibundos, corriendo y golpeando como si no hubiera un mañana, hasta el extremo de hacer penalti a un tío que está saliendo del área medio asustado solo por la adrenalina de robar el balón como sea, hostigar como sea.

Esta experiencia, goleada incluida, se la guarda España para el año que viene, pero más le vale que se guarde también algunas consideraciones tácticas y que recupere la forma de sus jugadores clave: es muy difícil ganarlo todo en seis años y desde luego es mucho más difícil ganarlo con los mismos jugadores, porque, obviamente, estos pasan por baches, altos y bajos.

Vayamos a la que para mí es la cuestión clave: el doble pivote y todo lo que gira alrededor. La pareja Busquets-Xabi Alonso tenía un doble objetivo, la presión inmediata tras pérdida de balón para impedir la contra y la salida limpia desde atrás para conectar cuanto antes con Xavi, Iniesta y los hombres de banda. Puede que Busquets solo se valga para eso, pero no este Busquets, cuyo estado físico es muy pobre desde que arrastra la pubalgia dichosa y lleva una temporada por debajo del nivel habitual. Este Busquets actual no puede multiplicarse y tapar todas las contras, como resultado el equipo se rompe en dos y queda expuesto continuamente en defensa, porque Xavi no está para nada. Es triste decirlo y, aun a sus 33 años, puede que tenga una tercera juventud, pero ahora mismo no está y no pasa nada por advertirlo.

Si el problema es defensivo, ofensivamente la cosa no mejora: Busquets está solo en el medio del campo, porque Xavi siempre tiene un hombre encima e Iniesta tiene que echarse todo el equipo a sus espaldas. La falta de desborde del resto de jugadores -salvo Cesc en el primer partido pero no se volvió a saber de él- ha hecho que Andrés tuviera que recibir en el medio, intentar regatearse a cuatro o cinco jugadores para pasar líneas o tirar paredes imposibles que generalmente acababan en una genialidad... o una pérdida de balón que provocaba un contraataque. La competición de Iniesta ha sido espectacular, de un derroche físico, además, elogiable, pero un tío solo no puede ganar un torneo y si ese tío es uno de los tres del medio del campo el colapso del juego es aún mayor: acabas jugando en 4-2-4 y ya hemos dicho que los dos de en medio están muy tocados físicamente.

Otro problema: todas las selecciones serias han presionado la salida del balón de España. ¿Por qué, si Ramos y Piqué sacan la jugada de maravilla? Pues porque no tenían a quién dársela. La jugada habitual ha sido, bien pelotazo del portero y que sea lo que dios quiera, bien que Ramos empiece a progresar sin encontrar a nadie a quien darle el balón porque Xavi estaba sobremarcado, Busquets no es un organizador e Iniesta tenía que retroceder muchos metros para recibir, sabiendo que luego tendría que hacer esos mismos metros para provocar algo de peligro en el área ajena. España ha hecho de sus mediocampistas la envidia del mundo y en esta competición sus mediocampistas no han existido.

¿Qué ha existido, pues? Empecemos por la defensa: Ramos y Piqué han hecho lo que han podido. Normalmente les llegaban en oleadas y sin control alguno. Si no nos han caído muchos más goles ha sido en parte por sus aciertos, nada que reprochar. Arbeloa no es un virtuoso y su primera parte de la final fue horrible, pero eso no debe ocultar que Jordi Alba se ha desentendido por completo de sus labores defensivas. Lo hizo ante Italia, concediendo varias contras y remates francos en su ala y lo hizo en la final, donde no se le vio. Esto ha pasado en el Barcelona muchas veces, aunque normalmente con Dani Alves: la defensa bascula hacia un lado para tapar huecos y el peligro llega por el contrario.

Fíjense en el segundo gol de Brasil, el de Neymar. Todo el mundo culpa a Arbeloa. Bien, pues Arbeloa está vendido en esa jugada porque le llegan a Piqué y a él en 3x2 y cuando va a hacer la ayuda al central es cuando recibe Neymar solo. Lo escandaloso de la jugada es que Pedro, que es quien tiene que hacer la cobertura, está mirando. Literalmente. Probablemente, fuera una cuestión de cansancio, pero si has llegado tarde a la jugada, ésta se ha ralentizado, y los brasileños andan de toquecitos en la frontal del área, tú te tienes que meter ahí, ayudar a tu lateral que ha cerrado el área y cerrar tú a Neymar, es de cajón. No fue así y no lo fue en todo el torneo.

Lo que nos lleva a otra cuestión: el ataque. Para sacrificar un mediocampista y meter un atacante más, tienes que estar convencido de que el intercambio de golpes te conviene, que tienes tanta dinamita arriba que vas a cerrar el partido en cualquier momento. Pues bien, en 210 minutos de eliminatorias, con partidos rotos de ida y vuelta, España no ha metido ni un gol y el único con sensación de peligro ha sido Jesús Navas, que empieza a entender para qué está en la selección tras unos años confusos intentando tirar centros a un Kanouté que no existía.

España no tiene atacantes desequilibrantes. De hecho, insisto, el más peligroso en área ajena es un mediocampista, Iniesta, con lo que si este se descuelga, el equipo queda desprotegido en la línea de atrás. Si vas a jugar un 4-3-3 no solo tienes que estar seguro de que te compensa ese cambio de un medio por un atacante -es decir, que tienes a Messi- sino que los extremos han de saber que tienen que correr hacia atrás como locos porque en la contra su equipo está vendido. Pocas veces hemos visto esas coberturas: no las ha hecho Pedro, no las ha hecho Navas y no las han hecho Mata ni Silva cuando ha jugado.

A nivel de los mejores equipos del mundo, es muy complicado defender con tres tíos porque Alba está a por uvas y un mediocampista, los cuatro expuestos y normalmente descolocados ante una pérdida de balón con cinco o seis búfalos brasileños corriendo de frente como locos con todos los espacios del mundo. Cómo demonios consiguió Brasil mantener esa intensidad durante 90 minutos después de jugar cuatro partidos en dos semanas, a 35 grados, con casi los mismos once hombres es una pregunta que dejo en el aire, pero a mí, hombre desconfiado, me resultó algo más que llamativo.

No es cuestión, sin embargo, de fijarse en Brasil sino en los problemas de España. Si de verdad la selección quiere aspirar a repetir título en el Mundial tendrá que volver a su esencia: cuatro defensas bien colocados, dos medio centros en buena forma física -Javi Martínez está ahí para algo- que saquen el juego y paren los contraataques, un organizador que sea Xavi u otro pero que conecte con Iniesta y el delantero o el falso nueve más el tío que abre el campo por la banda de Arbeloa y que gozará de cierta libertad. No es la apuesta más espectacular del mundo pero me temo que España no está para dar espectáculos sino para dominar el balón, minimizar las oportunidades contrarias, fabricar con tesón un gol tras muchos acercamientos y ganar 1-0 cuatro rondas eliminatorias seguidas.

Nadie hace demasiado hincapié en este dato, pero las dos Eurocopas y el Mundial se ganaron recibiendo cero goles en 990 minutos de cruces eliminatorios. Ese es el camino. Al toma y daca, España no tiene ni el físico ni la colocación táctica necesaria para hacer frente a equipos de búfalos y de esos me temo que va a haber muchos en Brasil 2014.