miércoles, julio 02, 2014

Open Windows: Nacho Vigalondo y su continuo juego de espejos


 El combo está preparado como una especie de cuartel de guerra a unos metros de donde se va a rodar la escena. En realidad, lo único que hay que dirigir son los movimientos de una cámara, o, más bien, de un chico del equipo que lleva la cámara y tiene que seguir las instrucciones vía walkie-talkie de uno de los ayudantes de dirección. El monitor aún está en negro, la señal no llega todavía y mientras tanto, el director, Nacho Vigalondo, mira su cuenta de Twitter, refresca las menciones de vez en cuando, se parte de risa, y en un momento dado descubre una foto que le inquieta.

En ese momento vuelve la cabeza hacia atrás, no se sabe si enfadado o simplemente preocupado y le dice a uno de los periodistas que me acompaña: “¿Esta foto la has subido tú?” El periodista admite que sí y le recuerda que le pidió permiso. Nacho suspira aliviado y dice algo parecido a “menos mal, creí que se nos había colado alguien”. Estamos en una fundición a las afueras de Madrid después de varios días de rodaje por la ciudad, antes y después de viajar a Austin, donde se está filmando la mayor parte de la película. De hecho, al borde de las carreteras sin asfaltar, abandonados, hay un par de coches de policía pintados como si fueran estadounidenses, texanos, esa clase de coches que se estrellan unos con otros en las persecuciones setenteras.

Hay un innegable punto de misterio alrededor de “Open Windows”, la película en cuestión. Nacho lo niega en parte, dice “No es algo personal, algo que haya decidido yo, pasa en todos los rodajes”, pero lo cierto es que el secretismo está ayudando a que crezca la curiosidad: ¿Qué hace Sasha Grey tomando copas por la noche en Madrid con Elijah Wood?, ¿de qué demonios va esta película?, ¿por qué las informaciones quedan embargadas por la productora hasta próxima noticia? El escenario es el ideal para el misterio: junto a los falsos coches se suceden montañas y montañas de chatarra y una procesión de naves grises en medio de la madrugada. Todos tenemos que llevar un casco bien ceñido –solo que eso es imposible, mi cabeza es demasiado pequeña o el casco demasiado grande y baila- y seguir las observaciones de los operarios de la fundición.

Elijah Wood, el protagonista, estudia su parte del guion en su roulotte, alejado de un frío horroroso que el resto de miembros del equipo combate con radiadores portátiles. Sasha Grey ha quedado atrás, en el Passenger, día libre dedicado por completo a dar entrevista tras entrevista y mantener una amabilidad propia de Hollywood. “Tiene una paciencia a prueba de bombas”, dice Nacho sobre la ex estrella del porno. “Si supierais la cantidad de chistes que tiene que soportar, sobre todo por Twitter y tal, todos iguales… Son los chistes que yo llamo de “qué risa cuñao”, ese es el nivel. Estoy pensando en abrir una cuenta que se llame querisacuñao@gmail.com para que me manden ahí todos los chistes sobre Sasha y el porno”.

A partir de la elección de Sasha como co-protagonista, podemos descubrir algo de la película: “Era una actriz ideal porque nos daba mucho juego, por ejemplo en un momento de la película, ella, que interpreta a su vez a una actriz, dice al leer un guion: “Es que yo nunca he salido desnuda en una película”. Le da un punto divertido al personaje”. ¿Pero qué personaje?, ¿de qué va toda esta locura de “Open Windows”? Vigalondo hace un pequeño resumen: “Es la historia de Elijah Wood, un hombre fascinado por una actriz y que en un momento dado es tentado por un tipo vía Internet para tener acceso 24 horas a esa actriz”. A la cabeza viene el parecido con “Cómo ser John Malkovich”, pero Nacho prefiere poner el ejemplo de las imágenes robadas a Scarlett Johansson en las que aparecía desnuda. Esa intimidad perdida que se convierte en la propia intimidad del “voyeur”.

Según Nacho, el personaje de Sasha es una chica muy sensual que genera odio y excitación al revés. “Como Lindsay Lohan o Megan Fox”, pone el director como ejemplo, “y solo Elijah Wood puede salvarla o eso cree él”. ¿Salvarla de qué? Tendremos que descubrirlo en el estreno. De momento, lo que sabemos es que la propia concepción de la estructura visual es tremendamente perturbadora. El universo Vigalondo, que a su vez es el universo Philip K. Dick llevado al extremo. La lucha entre la realidad y la percepción de la realidad, tema obsesivo en las conversaciones con el cineasta cántabro y en buena parte de sus largos y cortos. Lo que es y lo que parece. La información difuminada en miles de pantallas que nos dan imágenes interpretables. Un aluvión de sensaciones con un filtro que depende solo del director.

La atención mediática está lógicamente –o no- puesta en Sasha Grey, pero a mí me choca sobre todo la presencia de Elijah Wood en el reparto. Me choca en el sentido positivo: de acuerdo, Wood, aparte de haber sido Frodo Bolsón, ha colaborado en muchos proyectos de bajo presupuesto y algunos de ellos en España, como “Los crímenes de Oxford”, de Álex de la Iglesia o la próxima “Gran Piano”, de Eugenio Mira… pero no deja de ser Frodo Bolsón, el protagonista de una de las trilogías más premiadas y taquilleras de la historia de cine. ¿Cómo se consigue captar a una estrella así?

“Elijah es puro entusiasmo”, dice Nacho, “¿cuántas estrellas aceptan pelis de este tamaño y de esta incertidumbre? Supongo que hay una parte del guion, cuando lo leen, que les puede hacer pensar que la película no les va a hacer ganar dinero –el presupuesto de “Open Windows” no llega a los 3 millones- pero sí les va a dar prestigio, pero sobre todo es una cuestión de ambición, de decir “Hostias, vamos a hacerlo”, que es lo que pasó con él y con Sasha”.

Vigalondo reflexiona. A veces le pasa. Es una escopeta que gana y pierde sentido. Le encanta hablar de su proyecto, de sus influencias, de lo que puede pasar y llegado el momento, pausa casi dramática a la luz del radiador, mientras se sirve la cena en una carpa gigante, dice “La verdad es que me siento afortunado. Pensar que he hecho ya tres películas me parece increíble, no tengo nada claro que el futuro vaya a ser así”. ¿A qué se refiere? No sabe explicarlo exactamente, es más una sensación: “Creo que los que estamos rodando ahora, en 2013, aún con la antigua ley y las antiguas ayudas y compromisos… somos los últimos de un modelo de hacer cine en este país, y que lo que va a venir después no va a ser mejor, precisamente. Puede que se haga alguna superproducción, todavía, pero va a ser muy complicado. Se harán muy pocas películas y con presupuestos muy bajos. Todo esto (y mira a su alrededor, a los contornos nocturnos de la fundición, al ajetreo de cascos yendo y viniendo de un lado a otro) se va a acabar, o va a ser muy infrecuente.”

¿Y si él no vuelve a hacer una película?

“Pues suena un poco dramático, pero con las tres que he hecho al menos podría sentirme orgulloso. Casi me parece un milagro, como si hubiera hecho trampas por tener 35 años y ya tres películas”. La carrera de Vigalondo, como todos sabemos, estuvo a punto de peligrar cuando el famoso incidente de Twitter que le costó el despido fulminante de El País y la retirada de cualquier apoyo por parte del grupo Sogecable a sus proyectos. “Open Windows”, por ejemplo, tiene a Antena 3 detrás. “Fue un momento puntual de mucho miedo, pero miedo de verdad, amenazas de muerte incluidas. Salí en una revista de Israel como si yo fuera un defensor de verdad del holocausto y cuando llamé a mi agente en Estados Unidos, que es judío, para explicarle todo, la verdad es que me daba un poco de miedo su reacción pero se partió de risa, no se lo podía creer. Me dijo que todo parecía un episodio de “El Show de Larry David”. Ahí me di cuenta de que, bueno, iba a ser incómodo, iba a durar un tiempo… pero no iba a ser el fin del mundo. Lo peor es que me pilló en medio del rodaje de “Extraterrestre” y de alguna manera me descentró”.

“Extraterrestre” fue su segunda película, con Michelle Jenner, Julián Villagrán, Raúl Cimas y Carlos Areces. No fue un gran éxito comercial ni de crítica. También es cierto que era una producción muy modesta, sin grandes excesos. Tampoco “Cronocrímenes”, su debut en la dirección de largometrajes, tuvo la repercusión esperada después de una prolífica carrera en el cortometraje que le llevó en 2004 a estar nominado al Oscar por “7:35 de la mañana”. No puedo evitar preguntarme si tiene la sensación de estar ante una última oportunidad. ¿Cuánto tiempo puede durar un director cuyas películas no funcionan bien en taquilla? A Nacho el tema parece no inquietarle, no cree que todo su talento se pueda ver eclipsado en un momento dado por no dar la tecla comercial necesaria. “No se puede contentar a todo el mundo”, dice, como el entrenador que da una rueda de prensa después de un partido, “así que al menos voy a cuidar a los míos”.


Y vuelve al combo, con su casco donde se lee “GORKA SOMOS TODOS”, en referencia a uno de los miembros del equipo. Sasha Grey dice que es el director más entusiasta con el que ha trabajado nunca y que el ambiente en el rodaje es increíble. Sabe crear y dirigir películas. Queda saber si “los suyos” le acompañarán en este viaje de ventanas cruzadas y realidades paralelas.