sábado, octubre 18, 2014

Tan distintos



El Búho Real varios años después. Creo que desde que lo dejó Darío solo he ido una vez, a ver a Jorge Marazu presentar un disco que ya no está ni en Spotify. Ambiente parecido, más cuidado. Algunas cosas fuera de sitio, como es normal cuando compras un local que es algo más que un local, es una leyenda que conoces solo en parte. Es el concierto de Pablo y de Álvaro y la cosa está bien de público.

Sin embargo, yo no conozco a nadie porque ya pasó demasiado tiempo. Reconozco, eso sí, los ritos, las sonrisas, los coqueteos, la tensión del viernes noche en un bar pequeño con música y treintañeros primerizos. Me hace gracia verlo desde fuera, completamente desde fuera. Durante muchos años -durante casi toda mi vida, diría- he sido dos o más personas de una manera completamente natural: el que observa y el que hace. En el mismo lugar, al mismo tiempo, todo muy Henry Miller. Ahora, obviamente no, es decir, hay uno que observa y hay otro que hace pero en diferentes sitios y momentos. El que lleva a su hijo al hospital para ver si le tienen que sajar un granito con pus y el que se regodea en las sonrisas ajenas, en las exageraciones, en esa manera adolescente de llamar la atención que rodea cualquier concierto que se precie.

Lo que he contado mil veces en mil artículos como este.

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La Chica Diploma se queja de que hable de L. dos veces seguidas. A ver, no se queja, lo comenta irónicamente. Si de verdad tuviera que quejarse por eso la pobre no pararía. La primera es al reconocer su peinado en una vecina del barrio y la segunda es en las inmediaciones del Niño Jesús, una calle con valla a la derecha por la que anduvimos en 2002, día de San Valentín, después de unas prácticas suyas en algún lado. Le regalé un bocadillo de jamón que se comió con entusiasmo y probablemente acabáramos tirados en el Retiro.

Dice: "Ya verás, acabarás hablando de ella en el blog". Bueno, se lo dice al niño, que es una de las maneras que tienen todos los padres de comunicarse entre sí cuando el niño a lo que está es a comerse el sonajero. Dice: "Ya verás, Alvarito, luego papá acabará escribiendo algo sobre L. en el blog". Pero no. Lo cierto es que yo lo que quería aquí era hablar de A. porque es lo primero de lo que me acuerdo cuando entro al Búho. Un día que fuimos a un concierto, creo que de Emite Poqito, y me empezó a molestar mucho el ojo y aun así cenamos algo en algún lado porque acabábamos de empezar a salir -probablemente ni siquiera hubiéramos empezado a salir, probablemente ella seguirá afirmando que nosotros nunca llegamos "a salir"- y como la cosa no iba a mejor le pedí que me acompañara a Urgencias pero ella dijo que no, que odiaba los hospitales.

Todo acabó en una conjuntivitis vírica que me tuvo con gafas de sol y metido en casa durante una semana. Bueno, en realidad todo acabó en un completo desastre, como habrán imaginado, pero yo lo que quería contar ahora era lo de la conjuntivitis.

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Esos anuncios de famosos en los que un subtítulo en la esquina de abajo a la derecha nos explica quién es el famoso en cuestión. El miedo atroz a que al famoso no le conozca nadie, que no sea famoso ni nada y hayas pagado una pasta para seguir en el anonimato. El subtítulo como confesión de ese pánico y por extensión del fracaso.

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Mariano Rajoy explica una vez más que lo peor de la crisis ya ha pasado para los españoles y los europeos. Al mismo tiempo, en Francia, François Hollande alerta de la posibilidad de estancamiento y recesión basándose en los últimos datos nada alentadores y que incluyen el posible pinchazo de la burbuja borsátil y un descenso brutal de las exportaciones. Uno de los dos se está equivocando y no tiene por qué ser Rajoy, pero es Rajoy el que utiliza los mantras al margen de la realidad porque Arriola se los está susurrando al oído... y eso no invita al optimismo.

Lo que más odio del PP es que me haya hecho caer en esa vulgaridad que consiste en odiar al PP. A mi tercer RT sobre Rato, el pequeño Nicolás y Esperanza Aguirre me doy cuenta de que ya no tiene remedio y así, como decía, el odio se retroalimenta de odio. Una buena definición de la política española. Mientras, los mejoradores de la humanidad hablan de "asaltos" y todo el mundo se escandaliza, dejando a un lado la palabra clave en todo esto, que es, sin duda, "cielo".

Es decir, religión o muerte.