jueves, noviembre 06, 2014

Self-esteem



Sergio del Molino enlaza en su Facebook a un artículo cuyo títular es ridículo: "La autoedición, única salida para autores noveles". Es una flagrante exageración muy de los tiempos y que supone una enmienda a la totalidad del mundo editorial. Ahora bien, la polémica que me interesa en los comentarios parte de una frase de Juan Carlos Márquez, quien asegura que "No hay NADIE con un BUEN libro HOY que si tiene la paciencia suficiente y quiere publicarlo en una editorial no encuentre una" (las mayúsculas son suyas).

Tiene razón, pero voy a centrarme en una palabra que no mereció mayúsculas en el comentario original: "paciencia". Sí, yo tengo paciencia, y Juan Carlos, y Sergio, y soñábamos con ser escritores y al final hemos encontrado editores después de años y años, algunos más y otros menos. El problema es qué pasa con los que no tienen paciencia, y con paciencia, hablemos claro, queremos decir "dar el coñazo". Qué pasa con los que escriben una buena novela, incluso una muy buena novela y no quieren pasar años enviando manuscritos a editoriales que no los leen o les dedican veinte minutos de su lector infrapagado.

Ahí sí puede tener sentido la autoedición. Seamos honestos: la gran mayoría de obras autoeditadas no cumplen unos mínimos de calidad, pero sí puede haber alguien con un buen libro hoy que por falta de paciencia o de visión profesional lo tenga en el disco duro de su ordenador esperando mejor vida. Y fuera hace frío, sí, pero yo le animo a dejar de esconderlo.

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Un seguidor me regaña en Twitter por no haber comentado nada del CIS más allá de mi sorpresa por el bajo resultado del PP. No solo me regaña sino que me llama "talibán de la política", "analista parcial" y repite tres veces lo mucho que le he decepcionado. Sinceramente, si no he escrito sobre el CIS es porque hasta hoy no había tenido tiempo para leer la encuesta, todo lo que se podía decir se ha dicho ya y no me parece en lo sustancial una encuesta muy diferente a la de Metroscopia, que ya comenté el domingo.

Lo que me fastidia en realidad es que me encuentro a mí mismo dándole todas estas explicaciones. ¿Por qué tengo que preocuparme de si alguien a quien no conozco de nada le decepciona lo que escribo o dejo de escribir? Podría haberme enterado de todos los datos a los cinco minutos de la publicación, tener todo el tiempo del mundo, haber pensado en mil análisis brillantes y aun así no haber escrito ninguno en ningún lado. ¿A qué esta culpabilidad por no estar a la altura de expectativas tan exageradas?

Y lo peor de todo es que aún no sé si mi parcialidad tiene que ver con que se supone que soy del PP y oculto que Podemos gana en intención de voto o si es que soy anti-PP y oculto que gana en estimación de voto. No me atrevo a preguntarle.

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En el metro: varios carteles que anuncian el estreno de la película "Dos tontos aún más tontos". Serias dudas sobre la necesidad de una película así, ahora que Jim Carrey va a cumplir 53 años. Más raro aún: extraño falso recuerdo de que esta segunda parte ya se había estrenado hace años.

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A la Chica Diploma le parece poca cosa haber estudiado filosofía. Lo dice de coña, claro, pero en el fondo... sí, en el fondo, le parece poca cosa. ¿Qué puedo decirle? En parte es verdad, ahí aprobaba todo el mundo y no era necesario matarse estudiando. Ahora bien, no cualquiera vale para pasar cuatro años ahí. Es fácil en el momento en el que te das cuenta de que te interesa y de que puedes pasarte una noche insomne pensando en el principio de identidad o maravillarte con las respuestas de Hegel. Es fácil cuando en medio de un trasbordo recuerdas lo fascinante que era aquello de los juicios sintéticos a priori.

Y probablemente, no nos engañemos, sea fácil en otras circunstancias menos entusiastas, pero, vaya, esas circunstancias nunca fueron las mías.