jueves, febrero 05, 2015

Tania Sánchez y el CIS



Como los titulares se escriben antes de conocer las encuestas, hay un cierto consenso en todos los medios de comunicación a la hora de enfatizar el desastre del PSOE en el barómetro del CIS. Los resultados no son buenos, pero tampoco son catastróficos, es decir, para el escenario griego todavía queda mucho. Si en 2011, el PSOE se quedó en el 28,73%, casi cuatro años más tarde ha bajado aproximadamente seis puntos. Comparado con las europeas del año pasado, la caída no llega al punto porcentual. Teniendo en cuenta que a su izquierda ha surgido un poderosísimo movimiento que está cerca de ganar las elecciones, se diría que las cosas podrían estar aún mucho peor.

A mí lo que más me sorprende, aparte de que Ciudadanos no despegue y que UPyD resista como gato panza arriba, es el resultado del PP, que baja dieciséis puntos con respecto a las anteriores generales pese a no tener ni la competencia de VOX, que algún voto le quitó en las europeas. Es el único partido de centro-derecha a nivel estatal y apenas supera el 27% de los votos, eso con una "cocina" realmente agradecida, porque en intención de voto apenas llega al 12% y su nivel de fidelidad de voto es bajísimo comparado con el número de personas que afirman que jamás les votaría. Algunas proyecciones apuntan a los 125 escaños, una cifra con la que sería imposible gobernar salvo que el PSOE se sometiera a un suicidio absurdo.

Esa diferencia entre la intención directa de voto y la estimada se suele justificar por la timidez tradicional del votante de derechas a reconocer que vota al PP y más aún cuando el PP gobierna. En este caso, no lo veo tan claro. Solo el 12% dice que votaría de nuevo a Rajoy pero el 30% reconoce que lo votó en 2011. De acuerdo, es una cifra baja comparada con el 44% que realmente consiguió el Partido Popular, pero yo no daría por hecho que los que no les importa admitir que votaron una opción en 2011 en realidad van a repetir voto en 2015 aunque digan lo contrario por una cuestión de aceptación social. Es difícil pensar en el centro-derecha reducido a menos del 25% porque nunca se ha dado algo así: desde UCD a nuestros días, la cifra más baja que ha conseguido el centro-derecha ha sido el 34% que sumaron entre Fraga y Suárez en 1986, hace casi treinta años, pero igual hay que acostumbrarse a ese escenario.

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No he dicho nada de Izquierda Unida porque ya lo dicen ellos todo. Hubo un momento en el que IU pudo mostrar una cierta sensibilidad hacia sus posibles votantes, saltándose determinados hermetismos y abriendo las ventanas. El problema es que dentro del Partido siempre se ha estado calentito, con tarjeta black o consejería al alcance de la mano y las aventuras mejor que queden para otros. El mayor perjudicado del ridículo 5,2% que les da el CIS es sin duda Alberto Garzón, un hombre que podría haber hecho carrera política perfectamente de no haberse empeñado en hacerlo a la manera tradicional.

Si Garzón se hubiera atrevido a ser Iglesias en 2012, otro gallo le habría cantado, aunque igual en 2012 no había sitio para un Iglesias, vaya usted a saber.

La última vuelta de tuerca ha sido la renuncia de Tania Sánchez a su condición de militante, diputada regional y candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, que no es poco. Se dice que Sánchez se va para formar otro partido, pero da toda la sensación de que ese partido puede no ser más que una pequeña coalición "ciudadana" que se integre posteriormente en Ganemos, la plataforma que apoyará Podemos en las elecciones municipales. La imagen de los Ángel Pérez, Gregorio Gordo y compañía manteniendo la poltrona caiga quien caiga no es precisamente la que necesitan los votantes de Izquierda Unida, pero, ¿quién sabe? Si quisieran otra cosa, si hubieran querido otra cosa en los treinta años que lleva esa gente controlando la federación madrileña, igual se habrían pasado ya a otro partido.

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Nieva en Madrid. Sé que es lo normal a estas alturas del año pero nieva con ganas y hace un frío tremendo. Salgo de Nike completamente agotado y me arrastro hacia la parada del 9. No, arrastrarse es otra cosa, lo que yo hago es serpentear, hacer eses, acercarme a las paredes, como los toros heridos, para sentirme más seguro. El sentido del equilibrio completamente alterado por el sueño, el cansancio y la tensión, esta tensión constante de la preocupación por algo que no depende de uno mismo.

La idea era comer algo por el centro y luego volver tranquilamente a casa, pero después de estar despierto desde las cuatro de la madrugada y haber pasado por cuatro días de fiebre, la única solución posible es llegar cuanto antes y tirarse en la cama, donde no me duermo, me desmayo. 

La Chica Diploma no está mucho mejor que yo, más bien por el estilo. Los dos nos miramos y nos decimos "va a acabar con nosotros". Luego le miramos a él y nos lo comemos a besos. Yo creo que es verdad, que va a acabar con nosotros y que estamos más tocados incluso de lo que pensamos, pero no lo digo porque para qué sirve eso a estas alturas. Lo único que cabe hacer es pensar que algún día esto también pasará, como todo, apretar los dientes e intentar no caerse antes de tiempo.