jueves, diciembre 17, 2015

El puñetazo a Rajoy



Lo primero que se supo de la agresión a Mariano Rajoy en plena calle fue que había sido una bofetada. Algún medio lo calificó incluso de "sopapo" y hubo quien se limitó a decir que alguien le había tirado las gafas. Hasta que no se publicó el famoso vídeo no nos dimos cuenta de que aquello iba mucho más allá de la colleja y era un puñetazo en toda regla, violento y a traición. Para entonces, El País ya aportaba datos sobre el autor, quien tendría diecisiete años y "según fuentes policiales" era simpatizante de En Marea, coalición de partidos que se presenta, como bien se recalcaba en el artículo, junto a Podemos en Galicia.

La alusión a Podemos llamaba la atención más que nada porque en El País no aparecía en ese momento ni una sola noticia en portada acerca de la formación de Pablo Iglesias. Como si no existiera. En cualquier caso, también era una información falsa: el propio medio sacó una fe de erratas minutos más tarde asegurando que en realidad no se lo había dicho ningún policía sino que la conclusión se sacó del hecho de que llevara propaganda de En Marea.

Otra mentira: el llamado "Capi" no llevaba propaganda de ningún partido político sino de la Mocidade Granate, grupo de aficionados del Pontevedra, el equipo de fútbol local, aunque ese punto tampoco está del todo claro, puesto que El Mundo no dudó en asegurar que no eran Mocidades Granates sino Mocedades Galeguistas, y que, por lo tanto, el autor era un nacionalista de tomo y lomo con una clara filiación política.

Lo divertido, por decir algo, de todo esto no es ya que todos los medios fueran dando palos de ciego o arrimando ascuas a su sardina durante horas sino que todo tipo de comentaristas y analistas -en España, prácticamente cualquiera con una cuenta de Twitter se considera como tal- tenían que ir variando sus argumentos, sus chistes, sus ataques, sus defensas... Podría haberse dicho que daba igual, pero eso era demasiado fácil: hubo que seguir buscando y buscando para no dejar sin responder la pregunta que tanto y con tanta razón enfada a Arcadi Espada: "¿Por qué?".

Y así, al día siguiente, La Voz de Galicia dio con que el agresor era hijo de una prima de la mujer de Rajoy. Una especie de sobrino segundo, vaya. Se podría esperar de un medio con el prestigio de La Voz que la noticia estuviera contrastada, así que, al instante, las redes sociales, las radios y los platós de televisión se llenaron de nuevas conclusiones, nuevos razonamientos, nuevas culpabilidades... solo que no, no era el hijo de ninguna prima de Viri sino el nieto de una mujer que al parecer sí mantenía cierto parentesco lejano con el padre de la esposa de Rajoy... confirmando que Pontevedra, en fin, no es Nueva York.

El caso es que, veinticuatro horas después, sabemos que un delincuente cometió un delito grave y alevoso. En realidad, es todo lo que deberíamos saber, puesto que todo lo demás debería darnos absolutamente igual: su abuela, su equipo de fútbol, su filiación política... Que el propio Rajoy haya sido quien menos vueltas le ha dado al asunto habla muy bien de su sentido común. Los demás ahí siguen, corriendo como ratones por la última exclusiva y procesando los datos como científicos locos para buscar "LA EXPLICACIÓN". Solo que quizás no la haya, o no más allá de lo obvio: Los salvajes hacen salvajadas, en el plano moral, y los delincuentes cometen delitos, en el legal, es decir, el de la verdad, donde basta solo con determinar el qué y el quién. Punto.

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El tracking de El Periódic de Andorra parece insistir en "la remontada" de Podemos y el claro bajón de Ciudadanos. Con la subida del PP en los últimos días, sus resultados empiezan a parecerse asombrosamente a los de las demás encuestadoras, igual que le pasó el lunes a Metroscopia. Tanto se parecen que ya no sé si es que la situación en realidad está así o si es que a los dos les ha dado una especie de ataque de pánico y han preferido no ser los que dieron la nota con proyecciones imposibles justo antes de unas elecciones clave.

Con todo, los datos son algo absurdos y bajan y suben con una velocidad impropia de un "tracking", que sí puede reflejar tendencias pero rara vez te ofrece emociones fuertes día a día. Bajadas o subidas de casi un punto son siempre sospechosas. Si superan los dos o tres puntos en menos de una semana es que algo se está haciendo mal... o se estaba haciendo mal antes. Es cierto que la campaña de Podemos está siendo brillante, precisamente por lo moderada -que Sánchez haya quedado como el "hooligan" ya lo dice todo- y la del PP parece bien centrada en su votante potencial. También es cierto que Ciudadanos parece un poco ausente después de meses de sobreexcitación mediática, pero eso no debería justificar unos cambios tan drásticos.

Por si eso fuera poco, el reparto de escaños se me hace extraño. El PP no se va a quedar en los 110 con tanta ventaja sobre el segundo y Ciudadanos no va a llegar a los 50 siendo el cuarto a casi cuatro puntos del tercero. El sistema electoral español es jodido y en eso no tiene nada que ver la famosa "ley d´Hondt" que no es más que un reparto aritmético de escaños como cualquier otro, sino la decisión de tomar a la provincia como circunscripción electoral, lo que provoca que en muchos lugares se repartan solo tres, cuatro, cinco o seis escaños, imposibilitando una pluralidad de fuerzas con representación en el Congreso.

Mientras no sepamos qué va a pasar en Andalucía, las dos Castillas, Extremadura, La Rioja, Murcia, la Galicia interior, Cantabria, las zonas más nacionalistas de Cataluña o País Vasco... Mientras no sepamos hasta qué punto los partidos "nuevos" han conseguido superar los límites de las grandes ciudades, en definitiva, será imposible determinar sus posibilidades electorales. Por eso a fecha de hoy tiendo a dar por buenos el 28% del PP, con posibilidad de mejora, y el 21-22% del PSOE en una cómoda segunda posición. Ellos ya han estado ahí y sabemos que tienen estructuras montadas. El resto, no. Buena parte del voto de Ciudadanos y Podemos es, además, un voto joven -el CIS, de hecho, colocaba al PP en la cuarta posición entre los gustos de los menores de 45 años- y no hay muchos jóvenes en zonas rurales decisivas.

Si son capaces de conseguir llevar su mensaje al votante popular o socialista de toda la vida, suya será la gloria. Algo me dice que aún es demasiado pronto.